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viernes, 1 de abril de 2016

316 * #Ed_res_cit. Edición de algunos resúmenes y párrafos de la obra de S. Barry #Barnes: "Sobre #ciencia". Ed. Labor, Barcelona, 1987

Joaquim-Andreu Monzón Graupera

Universitat de Barcelona


Puede consultarse esta breve edición de párrafos de la mencionada obra de S. Barry Barnes (edición que afecta especialmente a la interpretación de la obra de Thomas Kuhn: "Estructura de las revoluciones científicas" por la que estábamos particularmente interesados al redactar un proyecto docente y de investigación) en el siguiente enlace:

316. a.  goo.gl/7EYA4Q

OBRA

La traducción de la obra desde el original inglés fue realizada por D. Juan Faci Lacasta y la publicó Editorial Labor en 1987. La edición en castellano también fue ofrecida más tarde (en 1994) por la editorial Orbis. Se consigna foto de la portada de la edición inicial en lengua española.

 

En este breve libro de escasamente 150 páginas, Barnes realiza un panorama potente sobre determinados aspectos de la metodología de la ciencia y sobre la ciencia misma. Entiendo que como ensayo de perspectiva histórica ha ganado valor con los años, a pesar de tratarse de una obra de introducción. Recientemente he vuelto a leer algunos pasajes del libro y pienso que es un ensayo científico original y de calidad, a pesar de los 30 años transcurridos.

En el primer capítulo (“La aparición de la ciencia”) Barnes analiza la aparición y el desarrollo de la ciencia como actividad especializada y profesional; y explora cuales han sido los límites históricos que justifican su avance actual. También analiza la visión que podríamos denominar marxista del desarrollo de la ciencia (una actividad que surge en el seno de una sociedad capitalista, alimentándose mutuamente ciencia y sistema económico) y la visión que podríamos llamar idealista-optimista: la sociedad abre nuevas formas de vida; y la actividad científica en cada momento es una consecuencia de estos avances.

En la presente obra de Barnes no se analiza la ciencia como objeto formal. Su objeto material es la ciencia como actividad: cómo surge la ciencia moderna, cómo se organiza, cómo ocupa el espacio social, y cómo se relaciona con el resto de actividades humanas en el complejo social. Barnes trata de entender cómo se construye el avance científico en el mundo moderno. Inmediatamente queda claro que los avances debidos al genio individual y la serendipia tal vez sean necesarios, pero no resultan suficientes (ni mucho menos).

En el segundo capítulo (“La ciencia por la ciencia”) se analiza la capacidad de los científicos. El nivel científico de un país o una época no es equivalente a la suma algebraica de los esfuerzos individuales. Son muy importantes a largo plazo las suficientes dotaciones de recursos materiales y especialmente la actitud colectiva (positiva o negativa) sobre el trabajo desarrollado por los científicos que amplifica, o bien hace triviales o casi invisibles, las consecuencias sociales de su trabajo. Barnes afirma que la comunidad científica tiene una lógica propia, pero acepta que su autonomía es relativa.

Pone el foco en el área sociológica y organizativa de construcción de la ciencia, que avanza, no a título de conocimiento aislado, sino como un conjunto de saberes que mejoran, se consolidan y se refinan gracias a estrechas relaciones de interdependencia con las instituciones sociales más importantes en el campo de la tecnología, en la economía, en el contexto militar, en el gobierno y en la esfera política. Por tanto, Barnes en el campo de la ciencia moderna descarta totalmente al romanticismo investigador como el motor principal. Pero afirma claramente que, cada vez más, la ciencia se subordina a la evolución tecnológica y, por tanto, aquélla nace y se desarrolla de forma crecientemente subordinada a la segunda.

En el primer capítulo Barnes se ha quejado del creciente acento en la “formación” o la “preparación” de los científicos, más que en su “educación”. En la pág. 21 escribe: “es cierto que la mayor parte de los cursos científicos universitarios no están planteados esencialmente como una vía hacia el conocimiento y el desarrollo del entendimiento. Su preocupación fundamental, como indica el contenido de los exámenes y los procedimientos de evaluación, así como las actividades que acaparan el mayor tiempo en los laboratorios y en las clases, consiste en transmitir a los alumnos un cuerpo de conocimiento técnico que adopta, en gran parte, la forma de destrezas y competencias específicas. Y estas destrezas y competencias son seleccionadas por los científicos, con notable unanimidad, como un medio para alcanzar el fin, para alcanzar el objetivo de obtener competencia técnica en la investigación científica.” En resumen: se potencia más la capacidad para integrarse en equipos y trabajar bajo pautas, que la asociada a la potenciación de la creatividad personal “fuera del sistema”, mediante un pensamiento en verdad original aunque pueda resultar heterodoxo.

Para Barry Barnes existen tres enfoques sociológicos alternativos sobre la ciencia: I) la ciencia como agente de cambio social; II) la ciencia como subcultura soberbia y encerrada en sí misma y III) la ciencia como una institución cuya estructura y evolución derivan directamente de las relaciones de poder de la Sociedad.

Pienso que tal vez Barnes otorga excesivo protagonismo al área científica asociada a su concreción pragmática en la tecnología. Esta posición es típica en los científicos teóricos “duros”, pero en el fondo habremos de aceptar que Barnes describe lo que vive. El predominio actual de la ciencia y la tecnología, que hace que cada vez más los científicos definan los “qué” después de haber sido importantes en la definición de los “cómo”, es heredero directo de la revolución científica acaecida en los siglos XVI y XVII.

La ciencia no es representada por sabios más o menos coordinados investigando por su cuenta, sino que avanza gracias a conjuntos organizados de científicos que están al cargo de proyectos de investigación en entornos intelectuales especializados y alentados por el poder político de la forma más efectiva (que se sustancia en la financiación suficiente y continuada para hacer frente a ciclos de investigación complejos y largos). Galbraith hablaría de la subclase de los científicos, como integrada en la categoría humana que denomina "tecnoestructura". 

Pero este concepto de tecnoestructura habría de ser más más amplio que el definido por Galbraith, porque abarcaría a las organizaciones científicas, universitarias y gubernamentales y no sólo al mundo directivo, científico y técnico de la gran corporación. Recuérdese que una de las grandes habilidades del conjunto de grandes empresas es lograr la transferencia de la responsabilidad de la financiación y el desarrollo de la investigación básica a los organismos gubernamentales (aunque esta tendencia se acentúa en Europa y se da menos en Estados Unidos) y, a pesar de esta derivada, continuar beneficiándose preferentemente de dichas inversiones intangibles públicas.

Para Barnes su referente aquí no es Galbraith (al que no cita) sino Jurgen Habermas, cuando denuncia el posible predominio de una sociedad tecnocrática en el caso de que la Ciencia empiece a gobernar las grandes elecciones. Como dice Barnes: “En un momento como el actual, en el que la consulta a expertos técnicos legitima las decisiones políticas, se corre el riesgo de que el debate moral sobre fines se considere fútil y sin sentido”.

Pero nuestro autor no quiere llegar tan lejos como Habermas, dado que éste describía el peligro de una sociedad tecnocrática, peligro que Barnes unos pocos años después no veía factible, pues cree que es difícil que la Sociedad esté dominada por la ciencia, dado que ésta no conlleva necesariamente una concentración paralela de poder.

Barnes es una especie de institucionalista científico; describe la ciencia como una institución con prestigio y respeto crecientes en la sociedad. Con un ejemplo moderno pensamos que tal vez la gente del común no entiende a qué se dedican los científicos, aunque sí puede quedarle clara su importancia cuando –por ejemplo- hay que interpretar el haz de tecnologías variadas que atesora un teléfono móvil, que puede transmitir y recibir voz, imagen dinámica y datos, mediante aplicaciones especializadas y muchas otras funciones. La gente de la calle sabe que una cosa es dominar someramente el uso de una tecnología y otra es conocerla profundamente para hacerla evolucionar y poderla producir o modificar.

Nuestro autor se pronuncia sobre si la ciencia es un fin en sí mismo o no; y, por tanto, si podría construirse una sociedad en la que el poder estuviera en manos de la Ciencia. Comenta que este peligro es difícil que se concrete, mientras la ciencia se aparte de la política y no intente sustituirla. La ciencia es un medio poderoso para transformar la realidad, pero las elecciones deben reservarse para el ámbito normativo o del poder. Pienso que Barnes aquí es demasiado optimista al presuponer por defecto este respeto absoluto de ámbitos y competencias.

Barnes explica que la ciencia está en continua evolución; y el planteo de dogmas de fe no parece la mejor forma de interpretar la realidad. A pesar de que el conocimiento científico es falible y falsable, no hay alternativa mejor para hacer avanzar el conocimiento humano.

Dado que hemos mencionado los nombres de los dos primeros capítulos, hacemos constar también los de los restantes.

En el tercero, denominado “La autoridad”, Barnes compara la evolución histórica de la autoridad científica comparada con la de la autoridad religiosa en asuntos de fe.

En el cuarto “Los expertos de la sociedad” analiza el problema del cientifismo, es decir, la tendencia de los practicantes más extremistas de la ciencia a considerar a ésta como una especie de nueva religión.

En el quinto y último, Barnes efectúa unas “Reflexiones sobre el futuro” en las que analiza la evolución de tecnologías entonces nacientes.

AUTOR

S. Barry Barnes nació en 1943. Fue profesor de sociología y director de este Departamento en la Universidad de Edimburgo; en 1992 se trasladó a la Universidad de Exeter.

El Dr. Barnes ha realizado una larga y fecunda producción en el campo intelectual denominado CTS (Ciencia, Tecnología, Sociedad), que inauguró de forma explícita el sociólogo Robert Merton aproximadamente en 1938. Uno de sus continuadores fue Thomas S. Kuhn (con su célebre obra "La estructura de las revoluciones científicas" fechada en 1962). 

La crítica que realizó Barnes de esa obra de Kuhn fue el aspecto que, en la época en que leí el libro, más me interesó de su aportación; pero actualmente reconozco que su valor e interés es mucho más amplio.

En los últimos años S. Barry Barnes ha iniciado una especialización de intereses intelectuales. La Universidad de Exeter creó un centro de Genómica y su dirección fue asumida por Barnes; quien, junto con un colega de carrera en Edimburgo y Exeter (John Dupré) publicó el siguiente libro en 2008:


Puede verse una recensión de esta obra aparecida en "Oxford Journals" -escrita por Gregor Mclennan- aquí:

Para conocer en directo el pensamiento de Barnes, es interesante el siguiente video, con una duración aproximada de una hora, de título: "Rasionalisation by experts and their regulators". Es el 4º y último de una serie editada en 2014-15. Los otros tres son fácilmente localizables en Internet a partir del que se presenta aquí:


En este campo es interesante la lectura de un artículo de Barnes aparecido en la revista  “Política y Sociedad” 14/15, 1993-94: “Cómo hacer sociología del conocimiento”: