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domingo, 10 de agosto de 2014

026 * "Optimismo, pesimismo y neutralidad de los científicos sociales"

Joaquim-Andreu Monzón Graupera [1]


Universitat de Barcelona


Nos remitimos a la entrada 175. de este blog para la lectura de ideas complementarias a las que a continuación se exponen en esta entrada 026.

En los ámbitos convencionales de la economía, parece normal que el enfoque del economista sobre cualquier problema económico a desentrañar siga estrechamente los enfoques de la economía neoclásica convencional, que aparentemente están adornados con una máxima asepsia y neutralidad.

El uso de hipótesis depuradas y la introducción de las matemáticas y de los modelos, pueden aparentar un enfoque exquisitamente neutral. Pero no es así.

El economista inglés Arthur PIGOU afirmó: "Corresponde al corazón plantear los problemas y a la mente darles solución. El corazón siente, la mente conoce."[2]

Por tanto, si hacemos caso a PIGOU, tal vez deberíamos ocuparnos (con el corazón) de los problemas reales buscando la mejor manera de solucionarlos (con la mente) que lo que viene siendo demasiado frecuentemente el enfoque contrario (conocer a fondo un modelo [matemático, si es posible, que aparenta más rigor] y ver si dicho modelo se puede aplicar al máximo número posible de problemas reales, con una barra libre de hipótesis restrictivas.

Según expresó muy bien el filósofo y antropólogo francés Paul RICOEUR: "No existe el modo de podernos abstraer de toda ideología para adquirir un punto de vista perfectamente científico y justo del desarrollo humano."[3]

En línea con la idea de RICOEUR, se puede discutir si el talante personal del investigador puede influir a priori sobre sus conclusiones cuando investiga en algún campo científico.

El insigne economista austríaco Josep A. SCHUMPETER bien advertía que en un principio, el trabajo de los economistas arranca de un enfoque o "visión preanalítica"[4] que condiciona parcialmente sus conclusiones científicas.

La neutralidad en el investigador social no existe, puesto que sus creencias y su sistema de valores se reflejan en el tipo de información que maneja y la forma como la lee e interpreta.

Tendemos a formarnos una idea genérica e inicial de un asunto, que es la que galvaniza un determinado tipo de sensibilidades; esta idea puede hacer que el comportamiento del investigador sea no neutral, puesto que puede dar más importancia a algunas ideas, datos y hechos que va recogiendo, si son coherentes con su visión preanalítica; y en cambio puede desestimar o minusvalorar otras, que van contra corriente del pensamiento y orientación que él mismo se está forjando sobre el objeto de investigación.

En ciencias sociales no hay leyes categóricas o irrebatibles. Existen tendencias y existen verdades coyunturales o parciales. Demasiados hechos sociales, para el gusto de un científico natural (matemático, físico, etc.) son poco taxativos y resultan difíciles de interpretar clara e irrebatiblemente.

Al no existir verdades absolutas, es por lo que se pueden efectuar dos buenas tareas científicas sobre un mismo conjunto de hechos y en cambio, obtener conclusiones diferentes según cual sea el sistema de valores y la concepción del mundo que atesora cada investigador social.

Como indicó el gran economista Premio Nobel norteamericano Paul SAMUELSON: "dos científicos igualmente buenos pueden discrepar en sus juicios de valor."[5]

Cuando el investigador reclama cambios o critica comportamientos, es que no está viendo los hechos con la misma perspectiva que albergan los principios que presiden el desenvolvimiento de la vida real.

Por ello, la principal tarea del investigador que quiere difundir unas conclusiones, consiste en convencer primero a los demás que tienen que adoptar su propia visión general. 
Habrá veces que no lo consiga, pero al menos podrá defenderse de la inevitable acusación de derrotista o pesimista con que le saludará la fracción que tiene el poder real en la sociedad.

El grupo social que detenta el poder, tiene la habilidad de conseguir que los demás quieran lograr los objetivos que necesita dicho grupo poderoso para sus propios fines.

Por ello, el investigador que desea el cambio (sea cuál sea el campo al que lo quiere aplicar) acaba agotando buena parte de sus fuerzas creando un clima de opinión favorable para las conclusiones de su investigación. Está luchando contra corriente contra enfoques convencionales que muy pocos de sus propios seguidores se preguntan en serio si pueden ser refutables.

SCHUMPETER escribió[6]: "Planeamos siempre demasiado y pensamos demasiado poco. Nos irrita la llamada a la reflexión y odiamos el razonamiento no familiar que no se aviene con lo que creemos o nos agradaría creer. Caminamos hacia el futuro, lo mismo que hemos caminado hacia la guerra [de 1939]: con los ojos vendados."

Contra la imputación de derrotismo SCHUMPETER indica: "Rechazo que este término sea aplicable a un esfuerzo de análisis. El derrotismo denota un cierto estado psíquico que solamente tiene sentido con referencia a la acción”.

Sigue SCHUMPETER: “Los hechos en sí mismos y las inferencias de ellos, no pueden ser nunca derrotistas ni lo contrario, cualesquiera que sean. La información de que un barco se está hundiendo no es derrotista. Tan sólo puede ser derrotista el espíritu con que se recibe esta información. La tripulación puede cruzarse de brazos y dejarse ahogar. Pero también puede precipitarse a las bombas [de achique de agua]".

Según expresó el sociólogo, economista y demógrafo francés Alfred SAUVY, el enfoque correcto para los que reflexionan sobre los problemas del futuro, es enfocarlos desde el descontento sobre como se manifiesta el presente y desde el pesimismo activo ante el futuro.

Debe reconocerse con SAUVY que el descontento es el motor del progreso[7]; no hay progreso con la satisfacción.


El descontento sobre el presente y el pesimismo activo ante el futuro previsible, han de ser dos palancas intelectuales sólidas que permitan lograr un progreso del conocimiento por la vía del cambio generalizado de los apriorismos y las opiniones, para que pueda resultar un mecanismo transformador de la sociedad.


NOTAS

[1] La mayor parte de las ideas que siguen están extraídas de las conclusiones de nuestra tesis doctoral, cuyo link de consulta aparece en la entrada anterior (25).


[2] Citado por J.K. METHA: Interpretación filosófica de la Economía. Ed. Deusto. Bilbao. 1ª Ed. 1.964. Pg. 84.


[3] RICOEUR, P.: Science et idéologie. En: "Revue philosophique de Louvain". Mayo 1.974. Citado por: DOMENACH, J. M.: Crisis del desarrollo, crisis de la racionalidad. En: ATTALI, J., MASSÉ, P., ET ALIA: El mito del desarrollo. Ed. Kairós. Barcelona. 1ª Ed. 1.980. Pg. 19.


[4] En general, la letra negrita que aparece en esta entrada es nuestra.


[5]SAMUELSON, P.A.: Economía desde el corazón. Un muestrario de SAMUELSON. Recopilación y notas introductorias de M.O. KEATING. Ed. Orbis. Barcelona. 1ª Ed. 1.988. Pg. 74.


[6] SCHUMPETER, J.A.: Capitalismo, socialismo y democracia. Ed. Aguilar. Madrid. 1.968. Ed. Orbis. Barcelona. 1.983. Tomo I. Prólogo. Pg. 13-14. Evidentemente, las circunstancias en las que escribió SCHUMPETER estos párrafos hace setenta años no eran los problemas asociados a la depredación de los recursos no renovables; pero el espíritu que anida en estas palabras es perfectamente aplicable a dichos problemas.

 [7] SAUVY, A.: La naturaleza social. Taurus Ediciones. Madrid. 1ª Ed. 1.962. Pg. 154.

viernes, 8 de agosto de 2014

021 * "Energía y medio ambiente: apuntes de filosofía del comportamiento humano". 1992

Joaquím-Andreu Monzón Graupera [1]

Universitat de Barcelona

Este escrito formó parte de las conclusiones de nuestra tesis doctoral: “Una revisión crítica de los factores condicionantes del comportamiento energético empresarial, previo y posterior a las crisis de 1973 y 1979-80”, U.B., 1992. Solamente se han reordenado algunos párrafos y realizado algunas correcciones de estilo. 

El fondo es absolutamente el mismo, pues el problema entiendo que persiste... y notablemente agravado. 

Puede consultarse la tesis completa aquí:  

021.   http://bit.ly/2nQKc41
..................
1. RASGOS DE LA CONDUCTA SOCIAL Y ECONÓMICA MODERNA
Las raíces últimas de tipo común que se pueden observar en los análisis de las escuelas de la economía clásica, marxista y neoclásica, son:
a) el antropomorfismo;
b) el productivismo judeo-cristiano-marxista; y
c) el evolucionismo socialdarwinista hacia el progreso.
Por medio del antropomorfismo, el hombre se siente el centro del mundo y no una especie más, integrada en los circuitos ecológicos.
Mediante el productivismo, tiende al crecimiento económico continuo y a la acumulación, en contraposición a los principios humanos de las sociedades preneolíticas. Esta actitud productivista puede estar guiada por el principio de supervivencia, en etapas tempranas de riqueza, y por el principio de acumulación adquisitiva, en etapas maduras.
A través del socialdarwinismo evolucionista, el hombre se siente trascendente puesto que supone que gobierna un proceso de mejora continua que conduce al progreso. Más que un principio filosófico de trascendencia práctica como es el productivismo, el socialdarwinismo puede conceptuarse como principio filosófico especulativo que guía inconsciente e instintivamente la acción humana moderna.
El socialdarwinismo evolucionista apareja, como subprincipio subordinado, el optimismo tecnológico de corte hegeliano[2] que proporciona la base para suponer que cualquier problema futuro de la humanidad podrá ser resuelto a tiempo por la infalible y omnipotente tecnología.
2. TENDENCIAS ANTAGÓNICAS O CRÍTICAS
En oposición a los anteriores principios podría estar la filosofía deísta de "la cosmovisión panteísta"[3], que acepta al hombre como una especie más de la naturaleza, en igualdad con las demás. No pretende vencer a la Naturaleza sino interrelacionarse armónicamente con ella; no pretende someter a las demás especies, sino buscar un equilibrio conjunto.
Actualmente los representantes más significativos de esta filosofía -a pesar de su alejamiento mutuo en contexto y entorno- son los filósofos hindús por una parte y los ecólogos y demás científicos naturales comprometidos con el medio ambiente por otra, aunque éste último grupo, solamente desde un punto de vista especulativo y teórico más que práctico, si están más o menos integrados en la sociedad de la cual son implacables críticos.
Difícilmente se encuentran representantes de esta tendencia crítica entre los científicos sociales, y todavía en menor proporción entre los profesionales relacionados de manera más directa con el mundo económico real, tales como los economistas y los abogados, que tienden a aceptar de manera más natural el individualismo metodológico.
3. POSIBLES CAUSAS DE LA CONDUCTA ECONÓMICA Y SOCIAL ACTUAL
Según el historiador A. J. TOYNBEE, "...el hábitat del hombre, al que THEILLARD de CHARDIN llamó biosfera, no es más que una delgada envoltura de aire, suelo y agua en torno a la superficie de este planeta... Es estrictamente limitado. Su contenido, asimismo, es limitado. Por esta razón es imposible el crecimiento perpetuo, infinito, de la raza humana... Todas las criaturas humanas son voraces, pero la minoría occidental ha sacrificado la voracidad y hecho de ella una finalidad deliberada”.
 “Esto comenzó con el descubrimiento de las Américas, que dio a los pueblos occidentales una falsa impresión: la impresión de un espacio y una riqueza infinitos a disposición del hombre de Occidente. Después, a fines del siglo XVIII, la mecanización de la industria, gracias al aprovechamiento de la fuerza de vapor, de nuevo dio la impresión de que se había abierto ante nosotros una fuente infinita de producción. ...ahora nos hemos dado cuenta de que la biosfera es finita.” ...
“Mientras tanto, la mayoría no occidental del género humano ha estado envidiando a Occidente y tratando de imitarlo. Va a ser muy difícil persuadir a este sector de la humanidad de cesar en su esfuerzo por el desarrollo, sobre todo porque son precisamente estos pueblos tan pobres y técnicamente atrasados los que crecen con mayor rapidez y los que con mayor fuerza se sienten empujados a aumentar su producción."[4]

4. CONSECUENCIAS DE LA CONDUCTA ECONÓMICA Y SOCIAL ACTUAL
Al inventor de la Cibernética, Norbert WIENER, que firmó con el futurólogo optimista Hermann KAHN la obra de prospectiva social: "Hacia el año 2.000", se le atribuye una frase muy lúcida: "Hemos modificado tan radicalmente nuestro entorno que ahora debemos modificarnos a nosotros mismos para poder existir dentro de este nuevo entorno."[5]
La capacidad social y moral de la sociedad está quedando desbordada por la imposibilidad de asimilar las consecuencias del cambio tecnológico. Por ello el sistema de valores de la población está más orientado al corto plazo y al beneficio personal, que a problemas de planteamiento a largo plazo.
Robert HEILBRONER detecta[6] que "el desequilibrio ecológico es sólo un reflejo de un desequilibrio más profundo todavía: entre las capacidades técnicas y científicas de la sociedad y la capacidad social para autogobernarse". Atribuye este desequilibrio a que, mientras el acervo tecnológico es acumulativo, cada generación parte de cero en el aspecto social y político.
En un sentido similar, H. ROTHMAN indica:[7] "Si bien nuestras técnicas han avanzado en poder, han aumentado nuestra capacidad para producir efectos indeseables. Además, no ha tenido lugar el avance social necesario para controlar las nuevas técnicas."
SAUVY expone descarnadamente las reglas extremas de comportamiento humano con relación al futuro de la Humanidad "¿Reglas? Ninguna. Algunos esperan no vivir hasta el diluvio; otros se sienten solidarios con sus descendientes como si estuvieran sentados alrededor de una misma mesa."[8]
Si se reflexiona sobre el asunto puede concluirse que no hay ninguna civilización, excepto la occidental actual, que haya sobrevivido a sus grandes errores. Por ejemplo, se ha sabido que los mayas se extinguieron así: Al crecer la población, talaron busques en circunferencias cada vez mayores alrededor de sus ciudades. Esta desertificación ahuyentó las nubes y el agua y su civilización murió.

5. POSIBLES ALTERNATIVAS DE ENFOQUE DEL PROBLEMA
T. STACEY[9], presentador del pionero manifiesto ecológico inglés de 1.972 A Blueprint for survival, indicó que las actitudes ante la crisis ecológica podían ser de cuatro tipos:
a) Incredulidad;
b) ya se arreglarán los que vengan detrás;
c) ya inventarán algo los tecnólogos; y
d) enfrentarse a los hechos.
Para salvar un problema social grave, se requieren sólo dos cualidades:
1. Percibir claramente la situación grave y sus causas; y
2. Tener voluntad colectiva sincera de poner remedio.
Ninguna de las civilizaciones anteriores ya extinguidas, tuvo capacidad para analizar lo que le estaba sucediendo y por qué le sucedía. Por tanto, no tuvieron ocasión de probar remedios sobre las causas de unos problemas que no eran capaces de detectar.
Por el contrario entendemos que la civilización occidental es la primera que tiene capacidad de diagnóstico: Posee información y, cuando menos, se enorgullece de usar principios racionalistas de decisión.
Por tanto, si nuestra civilización no sabe detenerse a tiempo -esta es una de las cuestiones que precisamente desconoce: detenerse a tiempo, por lánguida desidia, o –en el mejor de los casos- porque no tiene información de la tolerancia real de la ecosfera ante las agresiones de la tecnosfera: lo que resulta claro, es que tampoco alberga demasiada voluntad para averiguarlo- pero al menos habrá avanzado un grado: el de tener la posibilidad de preocuparse y valorar la información disponible.
Se dice que el hombre es miembro de la única especie que tropieza dos veces en la misma piedra.
La piedra habrá estado en el segundo escalón (no haber tenido los seres humanos voluntad de acción) y no en el primero (no tener información; o al menos, no percibir los tremendos riesgos que nos rodean).
Como expresa el economista inglés E.J. MISHAN: "Sigo mi camino, deseando lo mejor y aguardando lo peor."[10]



[1] Este escrito formó parte de las conclusiones de nuestra tesis doctoral: “Una revisión crítica de los factores condicionantes del comportamiento energético empresarial, previo y posterior a las crisis de 1973 y 1979-80”, U.B., 1992. Solamente se han reordenado algunos párrafos y realizado algunas correcciones de estilo. El fondo es absolutamente el mismo, pues el problema entiendo que persiste... y agravado. Puede consultarse la tesis completa en: http://www.tdx.cat/handle/10803/1487
[2]GÁMIR, L.: La crisis y la política microeconómica. En: Revista "Información Comercial 2. Española". Nº 558. Febrero 1.980. Pg. 21.
[3]GALLEGO GREDILLA, J. A.: Economía del medio ambiente. Instituto de Estudios Fiscales. Madrid. 1ª Ed. 1.974. Pg. 19-20.
[4]TOYNBEE, A. J.: Declaraciones a OLTMANS, W. L. (COMPILADOR): Debate sobre el crecimiento. Fondo de Cultura Económica. México. 1ª Ed. 1.975. Pg. 40-41.
[5]Cita de Norbert WIENER, aparecida en la revista "Muy Interesante". Nº 4. Septiembre de 1.981.
[6]HEILBRONER, R. L.: Entre capitalismo y socialismo. Ensayos sobre economía política. Alianza Editorial. Madrid. 1ª Ed. 1.972, pg. 101. La negrita es nuestra. Heilbroner fue un brillante y riguroso profesor universitario, divulgador literario de la economía, de intereses muy transversales al final de su vida y uno de los discípulos más preclaros de Joseph. A. SCHUMPETER.
[7]ROTHMAN, H.: La barbarie ecológica: estudio sobre la polución en la sociedad industrial. Ed. Fontamara, Barcelona. 1ª ed. 1980, pg. 36.
[8]SAUVY, A.: La naturaleza social. Taurus Ediciones. Madrid, 1962. pg. 14.
[9]STACEY, T.: Presentación. En: Manifiesto por la supervivencia. Alianza Editorial. Madrid. 1ª Ed. 1.972, pg. 9.
[10]MISHAN, E.J.: Declaraciones a OLTMANS, W. L. (COMPILADOR): Op. cit., pg. 249.