Joaquim-Andreu Monzón Graupera
Universitat de Barcelona
Durante dos cursos académicos (1994-95 y 1995-96) fui profesor
tutor de la asignatura "Economía de la Empresa: Introducción" y de
tres asignaturas más. Creo recordar que eran: "Economía de la Empresa" (del curso de acceso a la Universidad para mayores de 25 años), "Fundamentos de Economía de la Empresa" y "Contabilidad Financiera". La primera, tercera y cuarta pertenecían a la Licenciatura en Administración y Dirección de Empresas, en diversos cursos.
Cada lunes por la tarde de ambos períodos
lectivos (1994-95 y 1995-96) desarrollé esta tarea en segmentos de una hora
cada uno (en total 4 horas) en el centro asociado de la UNED de Terrassa, subcentro de Cornellá.
Una condición para ejercicio de la función de tutor era la redacción de un
"Programa de Acción Tutorial" que, a modo de Proyecto Docente del
profesor-tutor, se exigía a éste cuando empezaba su labor.
En aquella época, la masificación de la Universidad pública
presencial provocó una notable falta de plazas de acceso a las Universidades públicas y para paliarla, el sistema aportó dos "soluciones" indirectas y complementarias:
1)
La proliferación de varias (a veces autollamadas) Universidades, de carácter privado, más o menos válidas pedagógicamente
(la mayor parte, muy deficientes)(1) que recogían a los alumnos deseosos de entrar en la
Universidad, que no habían conseguido la nota mínima de acceso a la carrera y Centro deseados en la Universidad pública (y su función esencial consistía en tranquilizar a sus angustiados padres, por qué no decirlo); y:
2) La derivación de alumnos que por circunstancias laborales, familiares o
de residencia, querían efectuar estudios universitarios y no podían cursarlos
en los Centros universitarios presenciales, por lo que debían orientar sus
esfuerzos a Universidades no presenciales como la U.N.E.D. en el ámbito estatal, y
la que en aquel momento había nacido en el ámbito catalán, la U.O.C.
La U.N.E.D. llegó a ser, creo recordar, el primer
centro universitario español, con más alumnos (140.000) que la Universidad Complutense de
Madrid.
Esta mi pequeña aventura, ayudando modestamente al
sistema U.N.E.D., me permitió conocer las diferencias entre la universidad
presencial y la no presencial. Vista desde la distancia temporal de 20 años,
me gustaría comentar dos admiraciones que el entorno U.N.E.D. me suscitó:
1) En primer lugar hacia los alumnos titulados por
la U.N.E.D. Probablemente en la actualidad el apoyo que reciben o que pueden
recibir los alumnos de dicha Universidad es muy superior que el que podían recibir entonces, pues
U.N.E.D. habrá abierto su sistema a la cibereducación. Pero sé de la dureza y
sacrificio que significa estudiar a distancia, con pocos recursos, con escaso
apoyo humano y de información. Cuando conozco a titulados por la U.N.E.D.
indefectiblemente les comento mi admiración por la capacidad que han demostrado
para obtener su título, superando situaciones bastante más exigentes que las que enfrenta un
alumno medio de la Universidad presencial.
2) Y en segundo término, a los profesores tutores
que deben haber pasado por cada uno de los centros y subcentros de la U.N.E.D. (es decir, mis antecesores y mis sucesores, ampliados al sistema global de asignaturas) Tal vez en la actualidad la función del profesor-tutor consiste en esperar en
un despacho una hora a la semana para evacuar las consultas de los escasos
alumnos que se acerquen por allí; o tal vez, complementariamente, deban contestar
preguntas en forma telemática, si ya han adoptado los nuevos sistemas. En mi
época de tutor podían presentarse de 25 a 40 alumnos diferentes en cada una de las
cuatro horas, para cuatro asignaturas distintas.
Estos alumnos no querían o no podían resolver
activamente en la hora de tutoría, dudas que surgiesen como consecuencia de un trabajo previo de la
asignatura. Lo que deseaban es que se les diera directamente clase, y más
precisamente, clase de las áreas de interés cuyo conocimiento maximizase la
posibilidad de aprobar la asignatura correspondiente.
Como puede suponerse, esta tarea era muy difícil (no es
lo mismo dar 4 horas de clase de una única asignatura a la semana, que dar una
hora de clase a la semana de cada una de cuatro asignaturas diferentes) y probablemente genera
una alta tasa de rotación, ligada al desgaste que produce un sistema universitario a distancia que resuelve de forma tan expeditiva los problemas asociados a las necesidades docentes.
Lo que sí puedo atestiguar, es que la actividad
de tutor en una Universidad no presencial forma muchísimo, porque lleva al
docente a límites que no conocía previamente.
Por tanto, desde aquí expreso mi respeto por esta figura docente y mi alta valoración de su tarea. Ya que siendo muy
necesaria, es poco comprendida y aquilatada por todos los grupos humanos de intersección.
El documento mencionado -que hay que leer un poco
entre líneas para comprender la situación de referencia- puede consultarse a
partir del siguiente enlace:
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(1) Con decir que algunas veces, la Biblioteca del Centro residía en un mueble-estantería tras la mesa de despacho del Director, está todo aclarado.