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jueves, 23 de junio de 2016

342 * Monzón, J.: "Impresiones críticas sobre la España actual y los partidos jacobinos de la 'vieja política'".

Joaquim-Andreu Monzón Graupera

Profesor de Universidad

0. UN COMENTARIO PARA SITUAR EL CONTEXTO

Estas líneas constituyen la continuación (no prevista) de la entrada 115 (I) de este mismo blog, sobre la situación política en Catalunya.

De momento me guardo en el bolsillo la segunda parte de la mencionada entrada 115. que está a medio escribir. Por contra, he preferido redactar el presente post, que en teoría debería desembocar en un análisis de la situación política actual en Catalunya; pero no lo hará, porque me han complicado la vida expresiva el Sr. Fernández Diaz (y sus genialidades, que hemos conocido esta semana, conjuntamente con las de su reverencioso Cabo-Furriel de adopción).

Tengo ganas de publicar algo; pero el enfado que me provocan algunos sujetos del llamado Procès, hacen que piense que no es el momento de ponerlo blanco sobre negro. Ya habrá ocasión, o eso espero.

Los que me conocen saben que tengo una inclinación especial por Twitter, que uso como soporte de dos cuentas personales y de tres cuentas más, asociadas a asignaturas de las que soy profesor.

El agitado panorama político que estamos viviendo me ha ido conduciendo a la posibilidad de efectuar breves comentarios sobre candidatos, situaciones y partidos. Pero los dichosos 140 caracteres casi siempre son un corsé mental notable para poder expresar con precisión el pensamiento sobre hechos y personas.

Por eso me ha parecido que tocaba redactar una entrada al blog, antes de las elecciones del 26 de junio.

Espero que nadie se moleste, porque no estoy pensando en personas concretas, sino en grandes agregados sociales. A veces cito y valoro a determinados políticos, pero estar en boca de analistas aficionados como yo, es algo que ellos se buscaron cuando "dieron un paso adelante".


1. ESPAÑA, UN FIN DE ÉPOCA

Desde un punto de vista político, España está llegando a una especie de fin de época, en el que todas las miserias, contradicciones y limitaciones están siendo más evidentes, semana tras semana.

El proceso independentista catalán ha provocado que el peor perfil de la clase política española galope sin control hacia el muro del fracaso.

Es difícil definir España en pocas líneas. En este país vive mucha gente y de gran diversidad, pero hay determinados perfiles psicológicos y de conducta que se empiezan a repetir demasiado y no precisamente para bien.

Gente buena -en sentido genérico- y gente mala hay en todos los países. Y España no es una excepción. Y Catalunya, tampoco. Una vez constatada esta verdad evidente que algunos olvidan, vamos al fondo de la cuestión.

Independientemente de la forma política (dictadura, democracia) o forma del Estado (Monarquía, República), características que en este país han ido sucediéndose de forma torturada durante los últimos cientos de años, hay rasgos distintivos que no parecen haber cambiado.

Tenemos una clase dominante mediocre y arrogante, que continúa teniendo como fin último el mantenimiento bajo control del resto de la población. Como en todas partes, pero aquí con menor elegancia. Para sus fines de control la clase dominante se apoya en la actuación de una clase dirigente que -en general- se ha depurado a partir de la promoción de los miembros más activos y -por qué no decirlo- muchas veces más faltos de escrúpulos, de los grandes cuerpos funcionariales civiles (Abogados del Estado, Economistas del Estado, Técnicos Comerciales del estado, Registradores, Notarios, Secretarios de Ayuntamientos y Diputaciones, Profesores de Universidad, etc.), e incluso cuerpos militares. 

Por otra parte, los sindicatos y los propios partidos políticos han actuado como canteras de provisión de candidatos a políticos que, por clase social o formación, no han podido pertenecer a los diversos cuerpos civiles de funcionarios públicos; más, en función de su agresividad, apego al terreno y conocimiento de sujetos-clave, han podido llegar a niveles políticos en los que han competido con los primeros.

Los criterios de selección y de encumbramiento son los típicos de sociedades más bien agrarias, cerradas, autoritarias y profundamente católicas -al menos en lo formal- y con prioridad total a los lazos de sangre, de parentesco y de amiguismo. El proceso de selección es salvaje y se parece a los que -en el ámbito privado- se realizan para efectuar "buenos matrimonios", en los que el otro(a), para ser un buen partido, ha de tener más dinero, más rango, más estudios y más influencias que la contraparte que le/la busca afanosamente.

Para demasiada gente "saber" y "ser" son elementos secundarios que no tienen utilidad alguna, ante infinitivos verbales reputados como más prácticos: "estar", "tener", "relacionarse bien" y "figurar". Tal vez este es un problema relativamente atenuado, por cuanto se correlaciona con un aumento de la tendencia mundial, que también se orienta a más hedonismo y más materialismo. Lo cierto es que España debe estar ocupando uno de los lugares de privilegio en estas prioridades. Y creo que sería mejor ser líderes en cuestiones positivas y no en éstas, que son bastante sórdidas.

No parece que la sociedad española media, formada por la clase dominante más la casta anterior; más una clase media cada vez más empobrecida y unas clases populares sin esperanzas (para ambas el "desclasamiento hacia arriba" y el "ascensor social" funcionaron algo en el pasado, pero ahora ya no); la sociedad española media, decíamos, no parece que sea capaz de cambiar sus principios éticos y sus convicciones morales, que les permitan modificar radicalmente las preferencias políticas y los ángulos de visión de los temas políticos, económicos y sociales.

En las sociedades nórdicas y las sociedades anglosajonas de tradición protestante, las personas se exigen más a sí mismas; son más transparentes y conceden una importancia mucho mayor al mérito personal, que lo que es usual captar de la conducta media en la sociedad española, de cultura latina y de formación mayoritariamente católica.

El mérito en España tiende a asociarse a la obtención de un título universitario. A veces los títulos son algo muy buscado, más por las puertas que parecen abrir, que por los conocimientos y habilidades que acreditan. En este torturado país no parece haber ninguna actitud sincera en favor de la mejora del conocimiento por sí mismo, porque nos hace más completos y con mayor capacidad de analizar nuestro entorno. Lo "cool" es conseguir algo, con el menor esfuerzo posible.

Importa el título, lo demás tiene poca relevancia. Otra vez el problema de la contraposición entre el "ser" y el "aparentar ser"; entre actividades que proporcionen plenitud personal pero poco dinero y aquéllas posiblemente anodinas y que impiden mirarse al espejo con naturalidad, pero que facilitan mecanismos de obtención rápida de dinero y a través de éste, de reconocimiento social.

En una sociedad así el disimulo, la mentira, la hipocresía y el arribismo chocarrero son características personales negativas que tienen el campo abonado para desarrollarse. Quienes están motivados por una rápida carrera se lanzan a conseguirla, porque abre las puertas del prestigio, la consideración y el dinero. Y la pregunta obsesiva de cuáles son los mejores atajos que permiten esquivar los obstáculos y soslayar las dificultades, gravita continuamente sobre algunas mentes inquietas y carentes de escrúpulos.

Cuando se carece de escrúpulos, los principios éticos se llevan al desván, porque molestan. Entonces tenemos aún otro problema añadido: parecer que nos regimos por depurados e intachables principios éticos, y conducirnos en la realidad por miserables principios no-éticos.

A pesar de las lecciones aportadas por el conocimiento de brillantes casos como los de Mario Conde, Javier de la Rosa y otros epígonos, el empresario socialmente valorado en España todavía es el especulador que consigue mucho dinero en poco tiempo, o el defraudador fiscal que demuestra su conocimiento, privando a la colectividad de recursos; y encima buscando el aplauso público (que le dan quienes admiran su ingenio para minimizar los pagos fiscales, mientras posiblemente no encuentran plaza para su hijo en un colegio público, o para su madre en un hospital público); por contra, al empresario (innovador o no) que desarrolla su carrera empresarial durante años y años, en la que aporta un denodado esfuerzo para obtener -a veces- un pírrico beneficio, se le aprecia como poco listo pues si lo fuera -piensan algunos- no tendría que derrochar tantos esfuerzos. 

El enriquecimiento rápido en España está muy valorado socialmente. En general, la población media no tiene paciencia para adoptar perfiles largoplacistas. Si el triunfo no les sale bien a ellos, al menos admiran a quienes lo consiguen. Y mientras tanto, juegan a la Lotería, a la Bonoloto o a la ONCE. O se dejan el sueldo en el bingo o en las tragaperras. O en apuestas deportivas por Internet, un cáncer cada vez más potente.

Mientras tanto, en especial sujetos selectos de las clases bajas (pero también algunos miembros de clases medias empobrecidas), buscan obsesivamente su camino fácil hacia la fama y el dinero por medio del pivotaje sistemático sobre los medios de comunicación audiovisuales. Muchos de estos trepadores (que despectivamente algunos tildan de macarras o de poligoneras) saben que, por el lado del conocimiento o el de las relaciones personales, no tienen nada que hacer. Buscan su camino por la vía que creen más fácil ("no me gusta estudiar, y..."). El problema no radica en el número (unos cientos), sino en el mal ejemplo y la generación de tendencias admirativas e imitativas de muchos jóvenes del país.

A través de mecanismos de selección y evaluación conducentes a la diversión del público, al estrambote, la extravagancia o el circo mediático, tienen su oportunidad, a pesar de sufrir serios episodios de humillación personal. Son los bufones del siglo veinte y del veintiuno. De todos modos, en este apartado España no es tan distinta de otros países de Europa, que también avanzan por estos sórdidos caminos.

La sociedad española media es profundamente ignorante. Lo digo descriptivamente, no como un insulto. Quien ignora es quien no sabe. A veces no es culpa suya, a veces, sí. Y además, hay minorías honradas, excelentes e inquietas. 

Dicha sociedad española media sabe pocas cosas e ignora hasta qué punto no sabe. Es cierto que esta característica aqueja cada vez a más países en el mundo. Pero me preocupo por lo que veo y capto de forma cercana, que me hace lamentar la diferencia entre lo que podría ser y lo que desgraciadamente, es. Y eso provoca que me pregunte sobre las causas de esta ignorancia social.

Además, hay mecanismos de defensa ante ello. En lugar de intentar corregir algo esta inmensa brecha entre lo que se sabe y lo que se podría y/o debería saber, algunos "vacilan" y adoptan una actitud de autosatisfacción chulesca ante su propia ignorancia. Obsérvese que el hecho de saber muchas cosas no está valorado socialmente; tal virtud califica como rarito al sujeto tildado de "sabio" y en seguida se tiende a comparar el nivel de su aparente sapiencia con su nivel de ingresos. 

Si los dos niveles no concuerdan demasiado, se toma como una corroboración adicional de que esforzarse para la adquisición de conocimientos es una pérdida de tiempo; y por lo tanto no vale la pena invertir en este esfuerzo, pues muy pocos saben transformarlo en dinero. Y eso tranquiliza al ignorante medio, como es obvio. 

Por otra parte, resulta tan espectacular la diferencia entre el nivel máximo de conocimientos que están solamente al alcance de contados miembros de la clase científica e investigadora de élite, y el nivel de los conocimientos que atesora un ciudadano medio sobre cuestiones del mismo campo, que de inmediato surge la interrogación sobre la causa de esta brecha cada vez mayor. 

Una posible explicación es el crecimiento exponencial del conocimiento ante el que incluso científicos de prestigio reaccionan especializando y fragmentando cada vez más sus centros de interés. De tener una visión comprensiva y holística del mundo, hasta caer en una visión miope y especializada, hay un corto trayecto. 

En este sentido el pragmatismo anglosajón ligado a la ultraespecialización y a la pérdida de la visión global del mundo no nos ha hecho demasiado bien, especialmente entre los países que no valoran el conocimiento por sí mismo. Si esto le ha sucedido al científico medio, figúrense lo que le pasa al hombre de la calle.

Puedo ser injusto, porque hay honrosas excepciones. Pero la persona standard estudia para obtener un título que le permita acceder a un buen trabajo. Y cuando lo tiene, pierde rápidamente el interés en el conocimiento y en cambio se centra en el estudio de mecanismos de adhesión al grupo y de logro de la mera supervivencia. Es más importante enterarse de cuestiones que le gustan al jefe para hilar conversaciones con él, que convertirse en mejor persona sobre la base de cultivar el conocimiento de algún centro de interés preferido, por razones de satisfacción personal; y no a causa de la cobertura de intereses crematísticos o de búsqueda de un mejor acomodo laboral.

Después de cuarenta años de supuesta democracia, el español medio está extremadamente desnortado y quemado; no ve ideas atractivas que le motiven. Una vez lograda una estabilización, tiende más a intentar la conservación de lo adquirido, que a la mejora multifacética. Por eso, muchos miembros de la clase obrera especializada y de la parte empobrecida de las clases medias, configuran un conjunto profundamente conservador incluso en lo económico, que es la antesala del conservadurismo político.

La clase dirigente (los políticos) está cada vez más entrelazada con la clase dominante (los que de verdad mandan). Ambos selectos grupos tienen una interrelación cada vez más potente, pues las sinergias presentes o futuras son muy altas. Eso sí, siempre que los primeros permanezcan en un lugar discreto y subordinado, como el personal de servicio de una mansión principesca.

La diferenciación entre clase dirigente y clase dominante que debemos a la faceta de sociólogo de Karl Marx, es un concepto muy potente que escasa gente conoce y reconoce. Los políticos tiene un poder muy escaso, unos límites muy estrechos de funcionamiento; por contra, en una democracia la gente al votar cree que escogiendo a uno o a otro las cosas evolucionarán de forma radicalmente distinta. Pueden cambiar para aspectos que no toquen al núcleo de poder central de la clase dominante. Pero, ¿cambios estructurales? Ni hablar.

En España el conjunto de ambas clases selectas (reunidas, pero difíciles de mezclar) no ha abandonado los tics de comportamiento franquista. Tenemos una democracia formal (que actúa como carcasa-Potemkin), pero las claves de conducta y funcionamiento que rigen, incluso tras cuarenta años de democracia formal, son totalmente franquistas. 

Hace unas tres semanas leí un artículo de Ramón Folch en "El Periódico de Catalunya". Decía algo parecido y pienso que tiene toda la razón. La gente ha aprendido a sobrevivir con unas reglas que se parecen demasiado a las de la dictadura, sistema político que España formalmente abandonó cuando se votó la Constitución, después de tres años de Transición política que los interesados exhiben como ejemplo modélico, pero como están empezando a demostrar los historiadores, fue un período bastante miserable.

El derecho a la vivienda digna y los derechos de reunión, opinión y manifestación consagrados en la Constitución española han quedado en meras expresiones formales o retóricas sin contenido real (como era de temer) cuando bajamos al terreno de los casos concretos.

A primera vista las tendencias no son tan evidentes, porque entre el Gobierno y los electores opera una serie de instituciones intermedias que actúan como potentes maquinarias de adoctrinamiento y persuasión. La mayor parte de los medios de comunicación social importantes -los que cuentan- son de una descarada vocación "pro status-quo". 

Todos conocemos la capacidad manipuladora de los principales periódicos, revistas y cadenas de radio y televisión, que de forma progresiva transmiten a la gente lo que "deben considerar importante" y por defecto "lo que no lo es". 

La elección de los contenidos (fondo) y las maneras de transmisión (forma, que para McLuhan también es fondo o mensaje) son potentes elementos manipulatorios sobre mentes que no son capaces de detectar las aviesas intenciones de los transmisores de las informaciones. No tienen formación suficiente para "verlos venir". Cual cuchillo entrando en mantequilla, vamos. Y estas mentes pueden encontrarse en la mayor parte de la población. Si no se reconoce en esta descripción, estupendo: me alegro por Usted. 

El calado profundo en los cerebros se produce a base de sistemáticas lluvias finas de manipulación informativa que quebrantan la visión equilibrada de las cosas en la gente con poca educación y formación real, que es la mayoría. Se trata de que no adquiera capacidad de razonar y de seleccionar por su cuenta; y bien que la mayor parte de los "mass-media" lo consigue. Por eso, ser empresario del sector de la comunicación tiene mucha más importancia política y social que serlo en el campo de las conservas de caballa. Y eso aunque la cifra de ingresos y de beneficios pueda ser parecida en ambos casos. Algo de eso saben también los Presidentes de Clubs de Fútbol, la mayor parte de las veces empresarios arribistas que quieren redondear su reconocimiento social y la apertura de grandes y nuevas oportunidades económicas para sus negocios.

Los cuerpos agredidos y heridos acaban generando mecanismos de resistencia; y más tarde de inmunización. Según mi parecer, el acceso a tales mecanismos en buena parte han venido por medio de la difusión exponencial de nuevas tecnologías de información, comunicación y conexión, en especial a través de las redes sociales. Su descubrimiento por parte de las capas más jóvenes e informadas de la población, ha provocado la posibilidad de enjuiciar las informaciones y efectuar feed-backs que a veces son rebotes demoledores. 

El Poder no está preparado para que la fracción más dinámica de la población le conteste y a veces le ridiculice. Ambas son sanas e inteligentes expresiones de la impotencia personal. 

No se entiende el éxito de movimientos como el 15-M en España y las primaveras árabes, y tampoco el surgimiento de un movimiento político anárquico -pero con gran rapidez de crecimiento- como ha sido Podemos, o aún menos -en el Madrid político todavía no entienden nada, les cuesta mucho digerirlo- el movimiento independentista catalán. 

Éste ha ido avanzando a trompicones con sus disfunciones y dificultades, pero ha tenido una inestimable suerte con la extrema torpeza con la que se ha conducido el Gobierno español, de actitudes imperiales y estúpidas que han agravado mucho las cosas. Este Gobierno, formado por altos funcionarios del Estado que creen que, por pertenecer a un Cuerpo de altos funcionarios ya tienen el monopolio de la razón (que les permite erigirse en una especie de "Deus et Machina") no tiene ni idea de un principio básico empresarial: el uso de la negociación como forma de implantación de la estrategia. Han preferido la única forma de relación que el Madrid político conoce (el dominio ejercido como aplastamiento) sin darse ni cuenta que a un junco es mucho más difícil romperlo que a un árbol. Y una segunda metáfora: en el judo, el pequeño a veces usa la fuerza del grande en su propio beneficio y en contra de la confiada mole.

Al Madrid político de los "nobles" y de los "hidalgos" ("hijos de algo") no han llegado todavía los efluvios del pragmatismo anglosajón. Es un problema de soberbia, que España lleva pagando caro desde hace muchos años. Un repaso atento de la historia de "La Conquista de América" y de los sucesivos intentos de independencia de los diversos países centro y sudamericanos con relación a España (todos rápidamente cumplidos) debería hacer reflexionar a las élites de Madrid sobre si su conducta de relación con los territorios periféricos es la más inteligente. No es inteligente quien no aprende jamás, a pesar de haber tenido experiencias previas de las que debería sacar conclusiones.

Retomando el impacto de la irrupción de las nuevas tecnologías y de las redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, Youtube, Periscope, etc.): durante los últimos cinco años en España éstas han crecido fulminantemente, tanto en millones de usuarios como en intensidad y versatilidad en su uso, especialmente por parte de los más jóvenes. 

Así, la ampliación y la estructuración de redes sociales y -añadimos- la capacidad comunicativa exponencial asociada a herramientas digitales como Skype o WhatsApp, han generado una tupida red de gestión descentralizada muy difícil de controlar por el Poder -excepto mediante el apagado global de la capacidad digital; cosa que algún día de esos (si al Poder le interesa) pasará, aunque sea solamente por un ratito largo. 

De momento con conductas comunicativas descentralizadas tan masivas, instantáneas y multidireccionales, cualquiera puede observar que estos nuevos instrumentos están provocando cambios acelerados de conducta y -tal vez en menor medida, pero también- de pensamiento.

Con un ciudadano español medio que es extremadamente reverencioso con el poder, sin una cultura sólida porque se le ha olvidado leer -o bien comprender realmente lo que lee- y escribir (tal vez su formación básica no incluía entender lo que leía, si era un poquito complicado), bastante ignorante de los hechos y problemas políticos, cotidianos, manipulado por los mass-media hasta niveles indignos y atosigado por una necesidad de supervivencia familiar y económica cada vez más perentoria, tras la gigantesca deflación salarial padecida en España en los últimos ocho años, la capacidad crítica ante los desmanes políticos se ha diluido. 

El cuerpo social español está extremadamente debilitado; ello le hace muy vulnerable a la manipulación, la mentira, la falta de matices y la demagogia más grosera. Eso es de ver claramente en amplias zonas de la piel de toro donde no existe una trama intermedia de organizaciones civiles que vertebre y haga de tampón entre el poder y los -en la práctica- súbditos (iba a decir ciudadanos, pero me he corregido a tiempo). :-((


2. ANÁLISIS SOMERO DE LOS PARTIDOS DE LA VIEJA POLÍTICA. (I) EL PP

Si efectuamos un breve análisis político del sistema de partidos, observaremos que el Partido Popular es una maquinaria de presión, de obtención de fondos, de tráfico de influencias y de simple y llana corrupción, como no se había visto nunca en este país.

Sus criterios políticos de fijación de liderazgos son extremadamente autoritarios y excluyentes. Tiene acceso a los cargos directivos y de representación bastante gente de escaso nivel intelectual y moral que medra descaradamente en las organizaciones territoriales, controladas con criterios mafiosos en razón de privilegios asociados a la herencia política y/o familiar o mediante criterios meritocráticos de pertenencia a los Cuerpos de funcionarios públicos del Estado. También hay puestos de privilegio entre los que demuestran que pueden aportar fondos al partido, que permitan reproducir ad-infinitum tan terrible sistema de medro personal.

Ideológicamente el PP se ha amalgamado alrededor de la defensa de la Constitución (paradójicamente en 1978 varios diputados de Alianza Popular votaron en contra; siempre pasa igual: la derecha condena los avances sociales y cuando la izquierda desea nuevas conquistas, la derecha se parapeta en aquellos logros que desganadamente aceptó en último extremo, una generación o dos antes). 

Otros banderines de enganche del PP son: la Unidad de España (definida de forma mineral, como si la evolución social y política no permitiera tocar las fronteras territoriales nunca más) y los himnos y símbolos como elementos de separación entre adictos y traidores. 

En general, parece que se puede establecer un principio básico: contra más zafios y chocarreros son los objetivos ocultos (mantenimiento del poder, enriquecimiento de los sujetos más vivos entre los que pululan en la organización), entonces más simbólicos y depurados son los objetivos aparentes. Es muy sencillo pedir la adhesión incondicional a una Constitución (que el 99% de sus votantes ni siquiera ha leído) a una idea de España, a un himno o a una bandera; y en todo caso es más agradecido y fácil este conjunto de adhesiones inquebrantables -ni me molesto en cambiar la jerga franquista- que estudiar, reflexionar y decantar un ideario ético, político, económico y social propio de carácter complejo que invite a pensar, a debatir y a escoger.

La superestructura de identificación es de tipo ideológico; pero como buen partido de derechas, el cemento, la grava y el agua no hay que buscarlos en las ideologías (de hecho es un partido construido con muy pocas ideas). Si que son materias primas constructivas: el dinero, el poder y el entrecruce incesante de favores que permite llevar una "contabilidad no financiera" que debe perfeccionarse en el futuro a base de su puntual devolución, siempre que el poder se mantenga, claro. Si éste se pierde, todas las adhesiones incondicionales y la amalgama organizativa se vienen abajo con estrépito, como espero que tengamos ocasión de comprobar en las próximas semanas. Aunque sólo sea para que se ventilen con ozono las trincheras políticas.

Hablemos brevemente de los liderazgos consecutivos del PP. Manuel Fraga, tras una intentona fracasada (la construcción de Alianza Popular, con sus funestos "Siete Magníficos", otras tantas vacas sagradas del franquismo al frente) construyó el PP sobre los detritus ideológicos del franquismo. Parece que obtuvo algunas ideas mientras era Embajador de España en Londres en 1974. Aún pueden verse en el PP las costuras de las familias: a) falangista, b) demócrata-cristiana (no la de Joaquín Ruiz-Giménez, sino la de Federico Silva Muñoz, mucho más reaccionaria) y c) la ligada al Opus-Dei, mucho más presente en los partidos políticos -varios- de lo que la gente cree. 

Por otra parte muchos militantes de base del PP, amantes de ideas sencillas y fáciles de digerir, dirán que "no son de derechas ni de izquierdas", que es lo que ya decían durante el franquismo o ellos o sus padres y abuelos hace setenta años. En la práctica son profundamente de derechas y reaccionarios, aunque no pertenezcan a las familias anteriormente descritas. 

Solo en un entorno carismático-autoritario-torrencial como el de Manuel Fraga, podían surgir experimentos de sucesión mediocre como el de Hernández-Mancha, sustituido en seguida por José María Aznar (del que no diré demasiado, pues la opinión que tengo de él no puede ser publicada. Simplemente comento que no recuerdo a nadie que presente una mayor diferencia entre las cualidades personales que él cree poseer y las que realmente tiene) como ha sido -y es- José María Aznar, quién se obsesionó en ser Presidente del Gobierno durante sólo dos mandatos, evitando el tercero, pues su secreto deseo parece ser que era preparar el terreno para "llegar a Presidente de la Tercera República". Pero la matanza del 11-M-2004 (solo imputable a sus responsables, obviamente, pero que sin el patético intento de liderazgo bélico barato del ensoberbecido Aznar en el Trío de las Azores, probablemente no hubiese sucedido) se cargó todos sus augustos planes.

Los Borbones han tenido relaciones mucho más fluidas y cordiales con los Secretarios Generales del PSOE que con los Presidentes del PP, por razones que ahora quedan más claras. El dedazo de Aznar escogió al sujeto más mediocre (con distancia) entre la terna considerada en su Cuaderno Azul: Mayor Oreja-Rato-Rajoy. Lo único que puedo agradecerle a Aznar es que, para sucederle, no escogiera a Jaime Mayor Oreja, de hecho un fanático peligroso que hubiese generado un estropicio muy serio en Euskadi con un largo período renovado de guerra civil posterior.

A Rajoy, Josemari le escogió porque aparentaba ser un sumiso chico de los recados, un sujeto sin ideas propias, manipulable a placer. Obviamente el gallego le estuvo engañando durante muchos años con una pose mediocre y obediente; pero luego ha resultado ser un sujeto altamente manipulador y cazurro que ha ido viendo pasar por delante uno tras otro los cadáveres de sus enemigos políticos (los de dentro del PP; los de fuera son meros adversarios). Que se lo pregunten si no a Esperanza Aguirre o a Alberto Ruiz-Gallardón. 

Mariano Rajoy, psicológica y políticamente, ha resultado ser (si vamos a la Zoología como ciencia proveedora de tipos con los que se pueden buscar analogías) una especie de armadillo (pequeño animal con un duro caparazón que impide que se le pueda aplastar); o bien una variante del dromedario político, que ha ennoblecido hasta el extremo esta máxima: "el que resiste, gana". Aunque sea sin agua, sin comida y sin ideas, semanas y semanas, meses y meses, años y años.

La mediocridad intelectual de Mariano Rajoy y su vagancia a la hora de abordar el trabajo (que me recuerda a la actitud del Presidente americano Ronald Reagan) son características que caen simpáticas a los ojos de muchos españoles a los que les gustaría -como a Rajoy- leer el "Marca", firmar cuatro cositas cada día, tener secretarios que les libraran de la necesidad de profundizar en los temas y dedicarse a sestear viendo por el Plasma el Tour de Francia, mientras ganan mucho más dinero del que son capaces de gastar. 

El intento de cambiar su imagen indolente y perezosa con recientes alardes publicitarios ("El Hombre que Camina Rápido") ante un pueblo español inteligente, serían considerados como intentos de engaño chapucero y por tanto, totalmente rechazables. Pero no tengo fe alguna.

Se nota, se ve, que Rajoy es una máquina perfecta de mentir. Sería conveniente que la Iglesia Católica aboliera la confesión como mecanismo de puesta a cero, para que gente como Rajoy quedara fuera de juego con un stock de mentiras cada vez más elevado, que actuaría como losa psicológica. Estar en Pecado Mortal Permanente, no debe de ser agradable.

Pero la perpetración sistemática de mentiras de Rajoy no parece importarle demasiado a este suelo de siete millones de electores en España que le garantizan 115-120 diputados. Es imposible llevar una peor gestión de los asuntos públicos, teniendo a la vez la sensación de que es invulnerable a los designios democráticos. 

El tendón de Aquiles del PP es que sus votantes ya tienen una edad más que respetable; y los que han de sucederles cuando los respetables pasen a mejor vida, se los está quedando Ciudadanos. Como siempre, el gran fallo de los estrategas políticos es la creencia de que una situación política dada se quedará suspendida en el aire e inmóvil en el tiempo. 

A un cortoplacista oportunista como Rajoy esta ley demográfica no parece importarle demasiado. Le importa, a partir de las elecciones del 26-J, que el PP -solo o en compañía- pueda formar Gobierno, siempre que él sea Presidente y pueda gobernar su entrada en la Historia. Si sucediera otra cosa, seguramente se pondría un triste fin a su carrera política, ya que es un deshonor ser presidente de Gobierno, presentarse de nuevo y perder. Este escenario-Hitchcock le obligaría a observar horrorizado como sus más afines (un Bruto colectivo) se lanzarían a su cuello para despedazarle políticamente.

Un sujeto así, que tal vez ganó la oposición a Registrador de la Propiedad gracias a que su padre fue Juez de la causa abierta por el gigantesco desfalco del aceite de Redondela en los años '60 (quien quiera entender lo que digo, que se dirija a Google) solamente puede sobrevivir en un entorno mediocre que le adule y le proteja; y con el añadido de un entorno meritocrático que le efectúe el trabajo (Soraya, Moragas, Fernández Díaz, García-Margallo y demás). 

En este último entorno hallaríamos al actualmente deteriorado tándem de dos animales políticos femeninos que mutuamente no se tragan: la mencionada Soraya Sáenz de Santamaría y Dolores de Cospedal. Ese odio mutuo (que en el fondo es consecuencia de la disputa por el poder y por la sucesión) le encanta a Rajoy, que sabe que las luchas por el poder debilitan a las guerreras y él conserva el poder real y la información global. 

Soraya y Dolores. Dos expresiones primigenias de casta pura, sendas ganadoras de la oposición a Abogado del Estado a edades en las que dudo que se enterasen de algo entre lo que memorizaron. Soraya más fina y lista, ha sabido crearse un sub-entorno (el clan de los Sorayos), que acrecienta su poder y lo ramifica hasta lugares insospechados. De Cospedal, extremadamente agresiva e intimidatoria, se sabe perdedora. Tuvo la desgracia de tener que poner la proa al Tesorero Luis Bárcenas y al entorno corrupto que pululaba a la vera del PP, en unos momentos en que el Rey Pasmado hacía ver que no se enteraba; este trabajo sucio le ha ganado caer en desgracia, pues desde hace unos meses su cargo está rodeado de varios secantes (los Vice-Secretarios Generales). Así pues: Soraya y De Cospedal, dos fabricantes de soluciones en el Gobierno y en el Partido, respectivamente.

No me refiero a los casos de corrupción que parecen asociados a la responsabilidad del PP. Parece se va demostrando que muchos sujetos entraron en sus estructuras "para forrarse". Como es altamente agotador explicar las andanzas de los casos Gürtel, Púnica y otros muchos del entorno PP, remito al lector a los Blogs de Ernesto Ekaizer, Ramón García Cotarelo y "Los Genoveses" (www.losgenoveses.net), que es el más veterano, con una ingente cantidad de información personal y política de decenas de cargos del PP; una joya, vamos).

¿España puede prescindir de un partido conservador que sea exigente, correcto y honrado, dentro de su ideología?. En absoluto. Pero al PP le conviene estar al menos ocho años en la oposición y tener mucha paciencia. Lo digo porque en España la derecha se considera a sí misma como la facción legitimada naturalmente para gobernar, como consecuencia directa del franquismo. 

Su conducta en la oposición es nefasta. En el gobierno, es prepotente y arbitraria. Le toca exudar los malos humores que lleva encima, dejar atrás el aznarismo y cualquier protectorado ideológico del estilo FAES; renovando totalmente el cartel de figuras. Los cargos jóvenes del PP actuales no tienen talla y siguen obedientemente la estela de sus mayores, no demuestran tener pensamiento propio. Fuera también. 

Desde luego por muchas razones no considero a Ciudadanos un partido que pueda adoptar el papel de partido conservador principal. No tiene ni cuadros formados ni autoridad moral. Pero esa ya es otra historia.


3. ANÁLISIS SOMERO DE LOS PARTIDOS DE LA VIEJA POLÍTICA. (II) EL PSOE

Por lo que se refiere al PSOE, en la actualidad perfectamente podría reconvertir sus siglas a PE (Partido Español) y no pasaría nada. Pienso que ya no es: ni Socialista ni Obrero. Sus dirigentes y cuadros medios, tras treinta y ocho años de gobierno o de oposición, son casta pura.

Haré licencia al lector de las andanzas de los sevillanos Felipe González y Alfonso Guerra, absolutamente complementarios en carácter y forma de operar. Las podas salvajes de ideología en el PSOE las tuvieron que aplicar, incluso antes de mandar en el Gobierno de España formado por el PSOE en octubre de 1982. Tuvo que asumirlas Felipe González, pues se las ordenaban desde Washington (primero, abandono del marxismo; luego, entrada de España en la OTAN); y lo que no consiguieron del PSOE con hiel, lo obtuvieron con la miel del dinero de las fundaciones del SPD alemán, que acabaron de dulcificar el carácter del PSOE y convirtieron a este partido en un gato de angora político, algo díscolo pero controlable.

Excepto en la puesta en práctica de algunas políticas progresistas de tipo social -la única salida a efectos de imagen, perseverada por un mentalmente liviano Zapatero- el núcleo dirigente que tiene el PSOE podría haber caído del lado del PP y no se hubiese extrañado nadie. Ni José Bono ni otros dirigentes territoriales; ni Boyer, ni Solchaga hubiesen hecho un mal papel en la derecha política (estos dos últimos por ser unos liberales económicos químicamente puros). A todos les ha unido su jacobinismo centralista, los tics autoritarios y una visión reaccionaria de la domeñación de los territorios regionales españoles rebeldes. 

Por supuesto, las características explicadas antes respecto del PP (ardor simbólico extremo: bandera, patria, himno, Constitución e Imposibilidad de Romper España, IRE) las asume la mayor parte de los dirigentes del PSOE, en parte porque no quieren dejar la exclusiva del patriotismo a la derecha vieja (PP) o a la nueva (Ciudadanos); y en parte porque posiblemente todos los jerarcas del PP y del PSOE de una determinada edad, recibieron una Joseantoniana "Formación del Espíritu Nacional" en academias parecidas. De eso podrían hablar algo, si les apeteciera, tanto Felipe González como José Bono.

El PSOE, además, tenía una utilidad de la que carecían los jerarcas del PP: el control de facto de una organización sindical, como la UGT, especialmente tras la jubilación de Nicolás Redondo, con el que no se atrevían demasiado mientras mandó.

UGT y Comisiones siempre del brazo en los últimos 25 años (no fuera a ser que se perdieran en la calle por la noche, :)-) han conformado un sistema sindical débil (eso sí: peor hubiese sido sin su concurso) cuyo peso no tiene nada que ver con el de los sindicatos de confrontación franceses y con el de los sindicatos reformistas alemanes. Cuando el Sindicato del Metal alemán DGB estornuda, Europa tiembla. Claro, con una democracia tierna y con una falta evidente de cultura política de carácter democrático en España, era difícil pedir mucho más a la actuación de los dos llamados Sindicatos Representativos.

El panorama quedaría incompleto si no me refiriera a una afición corruptiva en el PSOE, más selectiva que la del PP, pero también con fuerte productividad monetaria, para decirlo delicadamente. Desde la lejana FILESA y las recientes y diversas tramas de corrupción municipal orquestadas por un Conseguidor en Catalunya, hasta los macroexpedientes de los ERE's y de los cursos de formación, que se ha llevado por delante a un Presidente del PSOE (Chaves) y a un Presidente de la Junta de Andalucía (Griñán), hay todo un muestrario interesante.

En los últimos tiempos, el poder territorial del PSOE ha quedado tan escorado al Centro-Sudoeste español (Andalucía, Extremadura y ahora Castilla la Mancha), que actualmente se responsabiliza de las tres Autonomías más pobres.

La cultura política del PSOE andaluz es muy singular y prefiero no describirla. Simplemente comentaré que el irresistible ascenso de Susana Díaz es un ejemplo de alfombra roja a una dirigente profesional de la política (nunca ha trabajado en otra cosa), con escasos conocimientos, muy protegida, con verborrea vasta, basta y contundente que intimida y que da la cara para que su entorno y su región tengan recursos y reconocimiento. Una especie de gallina que protege a sus polluelos, pero que no aguantaría ni diez minutos de debate a un dirigente de otro partido con auténtica talla. Tener mucha verborrea no es equivalente a la posibilidad de ganar por KO técnico a un contrario capaz. Y menos de negociar en plano de igualdad un acuerdo razonable con un contrario que sepa de lo que habla.

En Andalucía y todo el centro-oeste español, tras la transición tenía que haberse encarado la Reforma Agraria, y no se abordó. Los partidos de izquierda eran de contextura demasiado tierna y el poder de la clase dominante -que tiene grandes predios rurales allí- era (y es) demasiado fuerte. Y para mí ésta es la señal más clara de que en el largo período de democracia formal que llevamos, continúan mandando bajo cuerda los mismos que durante el franquismo.

En Andalucía no se ha efectuado ninguna revolución industrial. Y eso se nota muchísimo en el desconocimiento de las reglas de negociación entre patronos y obreros y en la búsqueda de elementos desencadenantes de una buena industrialización. Hay industria, pero su peso es escaso y disgregado. La gran reconversión industrial de los '80 se llevó por delante muchos de los Astilleros de Cádiz. 

Quedan: Abengoa -mientras dure- y CASA en Sevilla; Opel no, pues se fue de Cádiz; una buena industria alimentaria basada en el campo; y Málaga-ciudad como Centro de Servicios empresariales de bajo coste (muchas empresas han situado allí centros administrativos y de gestión, buscando sueldos más bajos que en Madrid o en Barcelona). Y una predilección extrema por la construcción y el turismo, lo que equipara a Andalucía con otras partes de España que han seguido la misma vía fácil de generación de renta, casi en plan monocultivo, compartido en el Sur con la agricultura intensiva.

La Junta de Andalucía ha obtenido siempre ventaja en el reparto de los fondos territoriales de base fiscal, en atención a su manifiesto subdesarrollo. También Andalucía se ha beneficiado de fuertes chorros anuales de fondos estructurales europeos, que en los últimos tiempos han disminuido bastante, al quedar la renta per cápita andaluza por encima de un promedio de la UE que bajó significativamente con la entrada masiva de varios países del Este de Europa en la Unión Europea.

En más de 35 años de democracia, tras la simpática política de un Catedrático de Derecho Administrativo andaluz, que fue nombrado por Suárez Ministro de Administraciones Territoriales (Manuel Clavero Arévalo, que al principio de la "España de las Autonomías" logró imponer durante el gobierno de UCD la política de "café para todos" en el plano territorial) los fondos adicionales logrados por Andalucía, que ha mejorado bastante su renta per cápita anual con subvenciones procedentes de otras regiones más desarrolladas, pienso que no se han invertido bien, pues según tengo entendido no han servido demasiado para aumentar la formación, iniciar y perseverar en una productiva senda de I+D+i, implantar industria nueva y de futuro y efectuar inversión pública. 

La obra civil de comunicaciones viarias, mayoritariamente la puso el Gobierno central, con gran calidad pero a la vez con muy poca ocupación. Los hijos y nietos de andaluces que viven en Catalunya y van de vacaciones de verano a la tierra de sus mayores, se enfadan seriamente cuando comparan la calidad de las infraestructuras gratuitas del Sur, con el estado agónico, anticuado e intensamente baqueteado de la infraestructura de comunicaciones viarias catalana. 

Por favor, que aquí nadie piense en los fondos gastados en el proceso independentista catalán, pues demostraría una escasísima cultura para la valoración de las proporciones económicas de gasto público global y per cápita, que ningún lector formado se puede permitir. El repaso de la entrada 115. de este blog, podría serle útil.

En el dilema de cuál había de ser la primera línea del AVE, la elección era: o bien Madrid-Sevilla o bien Madrid-Barcelona. Las formas normales de enfocar el análisis de prioridades eran de tipo económico-social y esencialmente se circunscribían a dos. Una: mejor Madrid-Sevilla primero, para ayudar al desarrollo de una región subdesarrollada como Andalucía, que además había asumido -o lo iba a hacer- la Expo-92. Otra: mejor Madrid-Barcelona primero, con una tasa diferencial adicional muy importante de tráficos y servicios y por lo tanto, con una tasa de retorno económico y social muy superior. Barcelona también tenía un gran evento en las mismas fechas, y mucho más importante que Expo-92: Los Juegos Olímpicos. 

Todo el mundo sabe cuál fue la prioridad aplicada. ¿Criterio? totalmente político, como saben perfectamente Felipe González y Alfonso Guerra. Cabe decir también que los edificios de la Expo en Sevilla son ahora una infraestructura agonizante sin ningún uso. Eso es inadmisible, pero se tolera.

He escrito estas frases, pues estoy todavía subyugado por un par de intervenciones de Susana Díaz, tan demagógicas e ignorantes sobre Catalunya en plena reciente campaña electoral (después parece que la han callado) que son absolutamente inadmisibles. Si Susana va a sustituir a Pedro Sánchez -que es un líder débil, poco cultivado y muy demagógico y con poquísima cintura; en parte porque no la tiene y en parte por los ominosos límites que le puso el último Comité Federal del partido y le van recordando continuamente Felipe González y Susana Díaz- lo único que puedo decir es que la situación territorial española irá a peor; y Catalunya tendrá un incentivo adicional para irse por la ventana lo más rápidamente posible.

Hay que saber cuándo se debe dejar de apretar el gaznate; algunos se han sentado encima del estómago catalán, para hacerlo de forma más efectiva. El malestar de cientos de miles de andaluces o de hijos y nietos de andaluces que viven en Catalunya es tan potente, que la cúpula política del PSOE en Andalucía -que después de unos meses de desierto gubernativo manda porque le deja Ciudadanos, tras un humillante trato, obligando a Griñán y a Chaves a entregar el carnet- debería reflexionar con equilibrio.

Sobre Andalucía a mí me resulta de interés la lectura de los post del "corresponsal en Andalucía" del Blog "La Lamentable", Jesús Páez Narváez. Hay alguno, absolutamente demoledor, sobre Susana Díaz, que puede buscarse en esta url:


En el último post del mencionado blog (fechado a final de mayo), Jesús Páez habla de la difícil vida de los andaluces, a causa de las estrecheces económicas, a pesar de la sensación externa de que allí se vive muy bien. Estoy de acuerdo. La situación económica es muy difícil para cientos de miles de familias. 

El problema es que actualmente se pagan las consecuencias de una política-cigarra mantenida durante muchos años. Pienso que en su momento no se hizo aplicación de una proporción consumo/inversión que fuera productiva a largo plazo; y este error, conjuntamente con la política manirrota del gobierno central para los fines que le convienen y que no son sociales precisamente, hace que la evolución de la renta andaluza no sea nada favorable. Tampoco lo son las rentas del Mezzoggiorno italiano, el Algarve portugués y las de Grecia, en general. Son demasiados siglos de retraso, como para recuperarlo en una o dos generaciones. 

Es un problema global del sur de Europa, para el que hay que buscar soluciones ligadas al emprendimiento y la iniciativa. Y mediante una profunda critica global del angustioso trato a los países más subordinados de la UE por parte del Banco Central Europeo y el Bundesbank. Andalucía debería fijarse más en la cara de Ángela Merkel y menos en la del Presidente de la Generalitat de Catalunya, si quiere buscar un culpable máximo de la situación andaluza. Y más también en la gestión de la propia autonomía y de sus recursos, que es Manifiestamente Mejorable (como se decía de los latifundios) en los días de vino y rosas que ya se acabaron.

Muchos de sus votantes naturales ya han percibido el olor a casta que el PSOE desprende. Es un gran fracaso que los casi 200 diputados que logró el PSOE en 1982, ahora haya de compartirlos con Podemos. La nueva política, por tanto, ha perjudicado mucho más al PSOE que al PP, sencillamente porque los votantes naturales del primero en muchos casos han acabado profundamente decepcionados.

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Me gustaría escribir también en este post, sobre los partidos de la Nueva Política, Podemos y Ciudadanos. Pero es hora de lanzarlo al éter; ya habrá ocasión de hablar de ellos en un futuro, porque debemos ver cómo evolucionan; y si se estabilizan, o no. 

Entre tanto disfrutemos del espectáculo del segundo intento para formar gobierno, y de la explosión de mentiras que en campaña electoral se han dicho y que van a ser fosfatinadas por la realidad posterior. La "solución Monti" puede acabar siendo la única posible, tras dos intentos electorales frustrados seguidos.


Hay pocos Mario Monti en España. Pero si se escoge esta vía, apuesto por mi colega de la Facultad, el actual Presidente del Círculo de Economía de Barcelona, Antón Costas. Tiene conocimientos, autoridad moral, sensibilidad social y capacidad de persuasión y negociación. Y que se callen ya de una puñetera vez los incompetentes y los corruptos. Eso sí: Monti quedó totalmente asqueado; y cuando por responsabilidad personal quiso presentarse a nuevas elecciones y repetir, no le dejaron.