Joaquim-Andreu Monzón Graupera
Universitat de Barcelona
Mediante la presente entrada se facilita
acceso al caso "Nececap", que corresponde a una sencilla situación en
la que se intenta determinar la necesidad de capital circulante de una empresa en creación mediante el suministro de datos de cuenta de resultados prevista y plazos y
rotaciones planificados.
Ni que decir tiene que los procedimientos
ligados a plazos y rotaciones estimados, solamente tienen utilidad real cuando
la empresa ya lleva una velocidad de crucero y no cuando se está creando. En
este último caso, lo único válido para determinar las necesidades de capital
-que además, variarán mucho en los sucesivos momentos posteriores a la
creación- es el uso de la planificación económico-financiera detallada, de base
contable.
Puede consultarse el enunciado y la solución
mediante los links siguientes:
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COMENTARIOS ADICIONALES DE TIPO DOCTRINAL:
En el caso Nececap además, se plantea el
problema de qué hacer en la valoración de productos acabados para un cliente en
la fase de aceptación del producto por éste y, por tanto, previos a la entrega:
O bien:
Vale un criterio jurídico (el producto es
para un cliente, si; y por tanto, se trata de una facturación no realizada pero
también totalmente previsible; pero al no haber podido cursarle la factura, el
género continúa estando a precio de coste en el almacén de productos
terminados, aunque se le haya enviado. Es más: si se ha enviado, pero falta la
aceptación de calidad del cliente, puede considerarse como un producto
"semiterminado" pues le falta una fase productiva, cual es la
obtención de dicho placet); o bien:
Vale un criterio económico (el género pendiente
de entrega es un "bien específico" que sólo tiene sentido pensado
para un cliente y, por tanto, aunque haya un período entre la fabricación y la
entrega podemos considerar el producto "de facto" como en poder del
cliente, valorándolo a precio de venta y por tanto, aflorando el beneficio,
etc.
El criterio conservador, obviamente, es el
jurídico. Es el que hemos usado en el caso; y en su versión maximalista, pues
se ha considerado como un producto "semiterminado" a efectos de
valoración.
Ni qué decir tiene que las valoraciones del
circulante en cada una de sus fases, dependen del sistema de contabilidad de
costes que tenga la empresa. Es mejor una valoración no ortodoxa que vaya en
línea con el sistema de contabilidad de costes de la empresa, que otra
ortodoxa, pero que no se avenga con los criterios de dicha contabilidad.
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Independientemente de si la empresa
industrial fabrica "para un stock" (venta posterior a la producción),
o si fabrica "para un cliente" (producción después de la venta), continúa
pendiente la reflexión sobre cual es el criterio de valoración de los flujos
económicos a la hora de determinar las necesidades permanentes en capital
circulante.
Los puntos clave de discusión aquí serán:
a) si los flujos económicos se valoran sin
aplicar amortización económica (subperíodo de venta) o sin aplicar amortización
económica y beneficio (subperíodo de cobro), con el razonamiento de que
amortizaciones y beneficios -en sí mismos- constituyen orígenes de fondos; y la
determinación del capital circulante únicamente debe acumular aplicaciones de
fondos para lograrla.
b) La alternativa es trabajar con el precio
de coste total en el subperíodo de venta (aún más gráficamente: Ingresos por
venta menos el beneficio correspondiente); y en el subperíodo de cobro, con los
ingresos por venta -que obviamente incorporan el beneficio y las amortizaciones
económicas practicadas.
Personalmente prefiero trabajar con la
segunda de las variantes de determinación de las necesidades del capital
circulante, pues dan al director financiero una mayor flexibilidad financiera,
un mayor margen de maniobra en las decisiones financieras a corto. Aunque
reconozco que es difícil explicar cómo el manejo de flujos orientado a
determinar necesidades financieras debe incorporar también un subconjunto de
flujos que en sí mismo es -en parte sustancial- un origen de fondos.
Continúo considerando las amortizaciones
económicas no sólo como un coste plurianualizado, sino también como una fuente
de fondos cuando se vende y -sobre todo- se cobra el producto; y al beneficio
como otra fuente alternativa de fondos, más permanente, al menos en la parte
que no se vaya a distribuir.
Un economista purista trabajaría solamente
con costes corrientes a la hora de fijar las necesidades del capital
circulante, porque solamente se fijaría en la diferencia entre el activo
corriente bruto adicional necesario y el neto creado mediante amortizaciones
económicas y beneficio. No es mi caso.