Joaquím-Andreu Monzón Graupera [1]
Universitat de Barcelona
Este escrito formó parte de las conclusiones de nuestra tesis doctoral: “Una revisión crítica de los factores condicionantes del comportamiento energético empresarial, previo y posterior a las crisis de 1973 y 1979-
El fondo es absolutamente el mismo, pues el problema entiendo que persiste... y notablemente agravado.
Puede consultarse la tesis completa aquí:
021. http://bit.ly/2nQKc41
Puede consultarse la tesis completa aquí:
021. http://bit.ly/2nQKc41
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1. RASGOS DE LA CONDUCTA SOCIAL Y ECONÓMICA
MODERNA
Las
raíces últimas de tipo común que se pueden observar en los análisis de las
escuelas de la economía clásica, marxista y neoclásica, son:
a) el
antropomorfismo;
b) el
productivismo judeo-cristiano-marxista; y
c) el
evolucionismo socialdarwinista hacia el progreso.
Por
medio del antropomorfismo, el hombre se siente el centro del mundo y no
una especie más, integrada en los circuitos ecológicos.
Mediante
el productivismo, tiende al crecimiento económico continuo y a la
acumulación, en contraposición a los principios humanos de las sociedades
preneolíticas. Esta actitud productivista puede estar guiada por el principio
de supervivencia, en etapas tempranas de riqueza, y por el principio de
acumulación adquisitiva, en etapas maduras.
A
través del socialdarwinismo evolucionista, el hombre se siente
trascendente puesto que supone que gobierna un proceso de mejora continua que
conduce al progreso. Más que un principio filosófico de trascendencia
práctica como es el productivismo, el socialdarwinismo puede conceptuarse como
principio filosófico especulativo que guía inconsciente e instintivamente la
acción humana moderna.
El
socialdarwinismo evolucionista apareja, como subprincipio subordinado, el optimismo tecnológico de corte hegeliano[2] que
proporciona la base para suponer que cualquier problema futuro de la humanidad
podrá ser resuelto a tiempo por la infalible y omnipotente tecnología.
2. TENDENCIAS ANTAGÓNICAS O CRÍTICAS
En
oposición a los anteriores principios podría estar la filosofía deísta de
"la cosmovisión panteísta"[3], que
acepta al hombre como una especie más de la naturaleza, en igualdad con las
demás. No pretende vencer a la Naturaleza sino interrelacionarse armónicamente
con ella; no pretende someter a las demás especies, sino buscar un equilibrio
conjunto.
Actualmente
los representantes más significativos de esta filosofía -a pesar de su
alejamiento mutuo en contexto y entorno- son los filósofos hindús por una parte
y los ecólogos y demás científicos naturales comprometidos con el medio
ambiente por otra, aunque éste último grupo, solamente desde un punto de vista
especulativo y teórico más que práctico, si están más o menos integrados en la
sociedad de la cual son implacables críticos.
Difícilmente
se encuentran representantes de esta tendencia crítica entre los científicos
sociales, y todavía en menor proporción entre los profesionales relacionados de
manera más directa con el mundo económico real, tales como los economistas y
los abogados, que tienden a aceptar de manera más natural el individualismo
metodológico.
3. POSIBLES CAUSAS DE LA CONDUCTA ECONÓMICA
Y SOCIAL ACTUAL
Según
el historiador A. J. TOYNBEE, "...el hábitat del hombre, al que THEILLARD
de CHARDIN llamó biosfera, no es más que una delgada envoltura de aire, suelo y
agua en torno a la superficie de este planeta... Es estrictamente limitado. Su
contenido, asimismo, es limitado. Por esta razón es imposible el crecimiento
perpetuo, infinito, de la raza humana... Todas las criaturas humanas son
voraces, pero la minoría occidental ha sacrificado la voracidad y hecho de ella
una finalidad deliberada”.
“Esto comenzó con el descubrimiento de las
Américas, que dio a los pueblos occidentales una falsa impresión: la impresión
de un espacio y una riqueza infinitos a disposición del hombre de Occidente.
Después, a fines del siglo XVIII, la mecanización de la industria, gracias al
aprovechamiento de la fuerza de vapor, de nuevo dio la impresión de que se
había abierto ante nosotros una fuente infinita de producción. ...ahora nos
hemos dado cuenta de que la biosfera es finita.” ...
“Mientras
tanto, la mayoría no occidental del género humano ha estado envidiando a
Occidente y tratando de imitarlo. Va a ser muy difícil persuadir a este sector
de la humanidad de cesar en su esfuerzo por el desarrollo, sobre todo porque
son precisamente estos pueblos tan pobres y técnicamente atrasados los que
crecen con mayor rapidez y los que con mayor fuerza se sienten empujados a
aumentar su producción."[4]
4. CONSECUENCIAS DE LA CONDUCTA ECONÓMICA
Y SOCIAL ACTUAL
Al
inventor de la Cibernética, Norbert WIENER, que firmó con el futurólogo
optimista Hermann KAHN la obra de prospectiva social: "Hacia el año
2.000", se le atribuye una frase muy lúcida: "Hemos modificado tan
radicalmente nuestro entorno que ahora debemos modificarnos a nosotros mismos
para poder existir dentro de este nuevo entorno."[5]
La capacidad social y moral de la
sociedad está quedando desbordada por la imposibilidad de asimilar las
consecuencias del cambio tecnológico. Por ello el sistema de
valores de la población está más orientado al corto plazo y al beneficio
personal, que a problemas de planteamiento a largo plazo.
Robert
HEILBRONER detecta[6] que
"el desequilibrio ecológico es sólo
un reflejo de un desequilibrio más profundo todavía: entre las capacidades
técnicas y científicas de la sociedad y la capacidad social para autogobernarse".
Atribuye este desequilibrio a que, mientras el acervo tecnológico es
acumulativo, cada generación parte de cero en el aspecto social y político.
En un
sentido similar, H. ROTHMAN indica:[7] "Si bien nuestras técnicas han avanzado en poder, han aumentado
nuestra capacidad para producir efectos indeseables. Además, no ha tenido lugar
el avance social necesario para controlar las nuevas técnicas."
SAUVY
expone descarnadamente las reglas extremas de comportamiento humano con
relación al futuro de la Humanidad "¿Reglas? Ninguna. Algunos esperan no
vivir hasta el diluvio; otros se sienten solidarios con sus descendientes como
si estuvieran sentados alrededor de una misma mesa."[8]
Si se
reflexiona sobre el asunto puede concluirse que no hay ninguna civilización,
excepto la occidental actual, que haya sobrevivido a sus grandes errores. Por
ejemplo, se ha sabido que los mayas se extinguieron así: Al crecer la
población, talaron busques en circunferencias cada vez mayores alrededor de sus
ciudades. Esta desertificación ahuyentó las nubes y el agua y su civilización
murió.
5. POSIBLES ALTERNATIVAS DE ENFOQUE DEL PROBLEMA
T.
STACEY[9],
presentador del pionero manifiesto ecológico inglés de 1.972 A Blueprint
for survival, indicó que
las actitudes ante la crisis ecológica podían ser de cuatro tipos:
a)
Incredulidad;
b) ya
se arreglarán los que vengan detrás;
c) ya
inventarán algo los tecnólogos; y
d) enfrentarse
a los hechos.
Para
salvar un problema social grave, se requieren sólo dos cualidades:
1.
Percibir claramente la situación grave y sus causas; y
2.
Tener voluntad colectiva sincera de poner remedio.
Ninguna
de las civilizaciones anteriores ya extinguidas, tuvo capacidad para analizar
lo que le estaba sucediendo y por qué le sucedía. Por tanto, no tuvieron
ocasión de probar remedios sobre las causas de unos problemas que no eran
capaces de detectar.
Por
el contrario entendemos que la civilización occidental es la primera que tiene
capacidad de diagnóstico: Posee información y, cuando menos, se enorgullece de
usar principios racionalistas de decisión.
Por
tanto, si nuestra civilización no sabe detenerse a tiempo -esta es una de las
cuestiones que precisamente desconoce: detenerse a tiempo, por lánguida
desidia, o –en el mejor de los casos- porque no tiene información de la
tolerancia real de la ecosfera ante las agresiones de la tecnosfera: lo que resulta
claro, es que tampoco alberga demasiada voluntad para averiguarlo- pero al
menos habrá avanzado un grado: el de tener la posibilidad de preocuparse y
valorar la información disponible.
Se
dice que el hombre es miembro de la única especie que tropieza dos veces en la
misma piedra.
La
piedra habrá estado en el segundo escalón (no haber tenido los seres humanos
voluntad de acción) y no en el primero (no tener información; o al menos, no
percibir los tremendos riesgos que nos rodean).
Como expresa el economista inglés
E.J. MISHAN: "Sigo mi camino, deseando lo mejor y aguardando lo
peor."[10]
[1] Este escrito formó
parte de las conclusiones de nuestra tesis doctoral: “Una revisión crítica de
los factores condicionantes del comportamiento energético empresarial, previo y
posterior a las crisis de 1973 y 1979-80” , U.B., 1992. Solamente se han reordenado algunos
párrafos y realizado algunas correcciones de estilo. El fondo es absolutamente el
mismo, pues el problema entiendo que persiste... y agravado. Puede consultarse
la tesis completa en: http://www.tdx.cat/handle/10803/1487
[2]GÁMIR, L.: La crisis y la política microeconómica. En:
Revista "Información Comercial 2. Española". Nº 558. Febrero 1.980.
Pg. 21.
[3]GALLEGO GREDILLA, J. A.: Economía del medio ambiente. Instituto
de Estudios Fiscales. Madrid. 1ª Ed. 1.974. Pg. 19-20.
[4]TOYNBEE, A. J.: Declaraciones a OLTMANS, W. L.
(COMPILADOR): Debate sobre el crecimiento. Fondo de Cultura Económica.
México. 1ª Ed. 1.975. Pg. 40-41.
[5]Cita de Norbert WIENER, aparecida en la revista "Muy
Interesante". Nº 4. Septiembre de 1.981.
[6]HEILBRONER, R. L.: Entre capitalismo y socialismo.
Ensayos sobre economía política. Alianza Editorial. Madrid. 1ª Ed. 1.972, pg.
101. La negrita es nuestra. Heilbroner fue un brillante y riguroso profesor
universitario, divulgador literario de la economía, de intereses muy
transversales al final de su vida y uno de los discípulos más preclaros de
Joseph. A. SCHUMPETER.
[7]ROTHMAN, H.: La
barbarie ecológica: estudio sobre la polución en la sociedad industrial.
Ed. Fontamara, Barcelona. 1ª ed. 1980, pg. 36.
[8]SAUVY, A.: La naturaleza social. Taurus Ediciones. Madrid, 1962. pg.
14.
[9]STACEY, T.: Presentación. En: Manifiesto por la
supervivencia. Alianza Editorial. Madrid. 1ª Ed. 1.972, pg. 9.
[10]MISHAN, E.J.: Declaraciones a OLTMANS, W. L.
(COMPILADOR): Op. cit., pg.
249.
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