miércoles, 13 de agosto de 2014

029 * "Sobre el conflicto entre ética económica y ética ecológica"

Joaquim-Andreu Monzón Graupera [1]

Universitat de Barcelona

1. CÓMO SE FIJAN LAS PRIORIDADES MUNDIALES

Todo sistema tiene límites que operan sucesivamente. Si se rompe el límite más exigente, queda otro que constriñe la acción y se manifiesta ya en primer plano.
Por tanto, un tipo de razonamiento lúcido de algún científico social sobre el problema del medio ambiente, durante los años de la guerra fría hubiese podido ser: "¿Para qué preocuparnos del medio ambiente, si la probabilidad de una hecatombe nuclear en base a la dispersión de ingenios atómicos de uso militar, reduce notablemente la esperanza matemática de vida de esta civilización? Como metáfora, las matrioskas rusas: Una muñeca grande, que contiene sucesivamente a otras muñecas más pequeñas, que no son importantes.
Obviamente, la aparente disminución del peligro de una guerra nuclear a principios de los años '90, provocada por el derrumbamiento del sistema comunista y la desmembración de la Unión Soviética, hizo que el limitador principal de la "esperanza matemática de vida de la Humanidad en la Tierra" volviera a estar dentro del combinado que forman la contaminación del medio y el agotamiento de los recursos no renovables.[2]
Todo experto en programación lineal sabe que el recurso más escaso es el que constriñe el nivel de logro de una función-objetivo; y por ello dicho recurso tiene el precio-sombra o coste de oportunidad más elevado comparativamente.
Contra más limitado va siendo este recurso, mayor resulta su precio-sombra y más apreciada es la obtención de una unidad marginal de aquél.
Los bienes naturales no renovables y un medio ambiente limpio, deberían ser considerados ahora los limitadores más importantes, aunque esta afirmación es consecuencia de la aplicación de un sistema de valores determinado. Siendo limitadores se convierten automáticamente en los objetivos para la minoría que reconoce y aprecia la existencia de este proceso.
2. SOBRE LA IRREVERSIBILIDAD ECOLÓGICA
No existe información fiable sobre la noción de irreversibilidad ecológica.
Sí existen umbrales y tipos de contaminación reversibles; y otros niveles y tipos que no son reversibles, cabría establecer una clasificación con tres categorías:

I) Procesos irreversibles de los que se ha traspasado el umbral, obrando esta información en algunos círculos del mundo científico e industrial, o desconociéndose realmente incluso por éstos;

II)  procesos irreversibles de los que aún no se ha traspasado el umbral;  y por último;

III) procesos reversibles, cuyo problema es conocer el umbral de coste  para lograr que tengan esta condición y conocer como evolucionará  en el tiempo si no se toman decisiones período a período.
No es posible saber de momento, qué "efecto inercia" procedente de la contaminación del pasado habrá de soportarse en el futuro y, adicionalmente, el grado de acumulabilidad de la contaminación que se va generando en momentos diferentes del tiempo.
Por lógica, parece que ha de haber una correlación directa entre la facilidad de acumulación y la condición de irreversibilidad de la contaminación (si un mayor porcentaje del flujo contaminante queda como stock, y no hay demasiadas vías para que este stock se degrade o vaya desapareciendo a su vez, debería estar claro que los coeficientes anuales de acumulación neta serán notables y, por tanto, cada vez más cerca del punto de no retorno ecológico, que, por supuesto, nadie conoce).
No se conocen -por tipos, si son analizables por separado- cuáles pueden ser las fronteras de irreversibilidad de la contaminación y degradación ambiental, en tiempo y cantidades; tampoco la duración posible de los recursos naturales a las tasas de extracción actuales.
Al respecto hay estimaciones diversas; pero, seguridad, ninguna. Si no se conocen ambos tipos de datos es que existe una incertidumbre casi total al respecto.
3. COMPARACIÓN ESQUEMÁTICA DE LA CONDUCTA DEL EMPRESARIO CON LA CONDUCTA COLECTIVA

Normalmente un empresario, ante una situación de incertidumbre extrema, se abstiene de actuar porque hay el peligro de que conduzca su patrimonio a la ruina, peligro del que desconoce el alcance y la probabilidad.
En cambio, la actuación de la humanidad ante el problema de la contaminación y la agotabilidad de los recursos es absolutamente diferente: La incertidumbre se constituye en cómodo justificante de un comportamiento perseverante en la misma dirección, que se ve reforzado por la inacción semejante del prójimo.
En una entrada anterior suponíamos que el sujeto no se daba cuenta de estar tensionando, junto con otros muchos, una cuerda invisible. Aquí lanzamos la hipótesis de que determinados actores económicos es probable de que sí sean conscientes (pero a la vez, que les importe muy poco).
La compatibilización de esta consciencia con una actuación que no hace nada por conciliarse con ella, aventuramos que se produce porque la sensación de responsabilidad o culpa no existe, cuando ésta se puede compartir con millones de personas desconocidas. 
4. UNA PREGUNTA LACERANTE, EL QUID DE LA CUESTIÓN
Ante el problema ecológico nos preguntamos: si el resultado preferible según un criterio racional de tipo económico es diferente que el preferible sobre la base de un criterio de tipo ético: ¿no sería adecuado subordinar la economía a la ética[3] para que pudieran coincidir los resultados de ambas racionalidades?
La justificación podría residir en la existencia de incertidumbre ambiental, que es más bien "ignorancia", cuarta posibilidad que algunos teóricos de la decisión suman a las otras tres que normalmente se manejan (certeza, riesgo, incertidumbre) porque no sólo no se conocen las probabilidades, sino que tampoco se conocen los estados de la naturaleza futuros, caso de que la degradación del medio y el agotamiento de los recursos continúe avanzando implacablemente.
Entendemos que la subordinación de la economía a la (nueva) ética (ecológica) habría de identificarse con el siguiente vector, de mayor a menor jerarquía: 

I. Ética    II. Política    III. Derecho    IV. Economía     V.Tecnología
Pero, ¿cómo lograr este encadenamiento dentro de un sistema económico de tipo productivista y adquisitivo, que, prácticamente por definición no puede permanecer estático y cuyo criterio preferente para juzgar el éxito nacional, es el grado de crecimiento económico; y el criterio para valorar el éxito personal es el grado de riqueza exhibida opulentamente?
5. O TODOS O... NINGUNO
Resulta muy difícil que se arbitre el principio de adaptación neoclásico al imperativo ecológico consistente en la determinación e internalización de los costes sociales del deterioro ambiental (P.P.P.) [Quien contamina, paga, Poulueur Pourtant Payeur] en una estructura económica internacional como la presente -a pesar de los esfuerzos de la O.C.D.E.- puesto que, si un país lo aplicara en forma pionera (no en un sentido simbólico o retórico... sino de verdad) la competitividad de sus productos y servicios se reduciría con relación a los de competidores extranjeros (ALBERT[4]).
Mediante fijación de homologaciones técnicas a superar, se pueden exigir los estándares más estrictos a los bienes extranjeros importados[5]; el problema radica en las exportaciones que no puedan diferenciarse de la producción interna y son, por ello, más limpias pero menos competitivas que las producciones de terceros países.
Ante este peligro de ineficacia económica, se corre el riesgo de que cada país repita la técnica que la experiencia indica que aplica cada individuo, es decir, esperar a que sean los demás, los que den el primer paso. O si se quiere, se puede expresar al revés, con ALBERT: "No puede, pues, haber más decisión válida que en el plano internacional."
6. LAS MÉTRICAS FÍSICAS HAN POSTERGADO A LAS ECONÓMICAS

Tal como se habrá observado, cada vez es más frecuente que se intente frenar la problemática de los niveles de contaminación a base de la negociación y aplicación de acuerdos en el seno de las Conferencias especializadas de la Organización de las Naciones Unidas, sobre la base de indicadores físicos que determinan, para un territorio dado, los niveles máximos admisibles de emisión por unidad de tiempo de los diversos contaminantes, como el CO2 y los gases clorofluorocarbonados (CFC).
Estos niveles de emisión máximos producirían límites dentro de cada Estado que si se cumplieran, habrían de ser respetados a base del estudio y puesta en práctica de cuantiosas inversiones orientadas a las prácticas de anticontaminación, así como la promulgación de medidas fiscales y la concesión de subvenciones a las diversas industrias y particulares, según cual fuese su papel en el agravamiento o en la solución de la cuestión medioambiental.
Obsérvese que, planteado un objetivo en términos de restricción física, el problema consiste en determinar qué procedimientos técnicos se ponen en funcionamiento para lograrlo; procedimientos que tienen unos costes y han de lograr una financiación.
Si se sigue esta vía, la aportación de la Economía va a resultar secundaria, pues se ocupará de evaluar únicamente los instrumentos y ni siquiera se habrán expresado los objetivos en términos económicos.

La economía será una molesta restricción a evitar o a soportar, más que un motor de mejora en favor de la salud y pervivencia humanas.
7. DE OBJETIVOS Y DE MEDIOS

A causa de una primera reacción como economistas, nosotros preferiríamos que los objetivos de mejora del medio ambiente se expresaran por medio de un porcentaje del P.I.B. de cada país que debería dedicarse a inversiones y gastos en dispositivos anticontaminación, según una valoración previa del programa más eficiente posible para reducir el alcance de la degradación del medio.
En otras palabras: como economistas preferiríamos que fuesen los objetivos -y no los medios- los que se expusieran en términos económicos, y que no fuera cierto que la ciencia económica de momento no tiene demasiado que decir al respecto.
Y ahora un somero “baño”; el de la realidad. Los objetivos en los principales foros mundiales se debaten desde hace más de 20 años en términos de máximos físicos de contaminación admisible (objetivos-restricción básicos) y se supone que su logro debe confiarse a un dispendio indeterminado de gastos, suficiente para cumplir dichos objetivos-límite. Por supuesto, los límites acordados se han incumplido una y otra vez.
El problema básico es de intereses y subyace tras el lenguaje: Los que abogan en favor del medio, piensan sólo en términos cuantitativos de tipo físico, químico y biológico; por el contrario, el economista -mejor dicho, la sociedad, los políticos, el sistema de poder empresarial etc., y con ellos, el economista standard- de momento no está -no están- dispuestos a discutir objetivos económicamente indeterminados.
8. NO SE CONOCEN LOS COSTES NECESARIOS
Y están indeterminados los objetivos económicos ligados a la prevención y mejora del medio ambiente, puesto que, según lo deducido de la información disponible, no se conoce la curva que pudiera relacionar, para cada tipo de contaminante, los niveles de gasto económico que podrían dotarse y las reducciones de la contaminación esperables mediante los respectivos niveles de gasto; es decir, no se conoce la elasticidad/gasto del estado del medio ambiente.
Y ello por cuatro razones, como mínimo:
a) No existe experiencia de determinación empírica mediante la experimentación adecuada de varios niveles de gasto anticontaminación, para observar cómo se comporta la sensibilidad de cada polución específica ante el gasto económico. Lo único que se conoce es que "Obstáculos tanto tecnológicos como económicos impiden que la contaminación sea eliminada por completo. Desde el punto de vista económico, el costo del control de la contaminación se eleva, a medida que se elevan las normas de emisión"[6]; es decir, la exigencia de limpieza.
b) En segundo lugar, los problemas ambientales no conocen de fronteras políticas; por tanto, ya empiezan a desbordar las áreas geográficas concretas, aparentemente controlables a título de sistema cerrado, como se ha demostrado con el fenómeno de las lluvias ácidas, cuya actualidad quedó sepultada a principios de los ‘90 por el problema del cambio climático, el primero de tipo ecológico que es verdaderamente global.
c) En tercer término, debe advertirse que no existe experiencia sobre las sinergias multiplicativas provocadas por la combinación de los diferentes polucionantes en un lugar y momento dados, y:
d) En cuarto lugar, todavía menos se conoce el efecto dinámico en el tiempo, de la acumulación de contaminación producida hasta el momento t, aunque desde dicho momento se dejara de añadir cualquier tipo de contaminante a la atmósfera, agua o suelo.
9. A MODO DE CONCLUSIÓN

Nuestra opinión es que si se hubiesen destinado mayores porcentajes del P.I.B. de cada país, desde que el problema ecológico empezó a detectarse seriamente a principios de los años setenta, ahora no sería necesario puentear a la economía para ir directamente al intento de frenar la degradación por medio del establecimiento de cuotas máximas de tipo físico-cuantitativo.
¿Ceguera de la corriente intelectual central (la economía neoclásica) ante el contundente cambio de paradigma que obligaba claramente a considerar estas nuevas problemáticas, tan importantes? Tal vez.


NOTAS

[1]  La base de estas reflexiones se publicó en los argumentos y conclusiones de nuestra Tesis: “Una revisión crítica de los factores condicionantes del comportamiento energético empresarial, previo y posterior a las crisis de 1973 y 1979-80”, consultable en: http://tdx.cat/handle/10803/1487. La presente entrada 029. es complementaria a las entradas del blog numeradas como: 017., 021., 024., 025. y 026.

[2] En 2001, 13 años después de la caída del régimen comunista de la Unión Soviética, se produjo otra explosión de enemistad, aparentemente sorpresiva: Los hechos de 11 de septiembre de 2001 asociados a la aparente ineficiencia de los servicios correspondientes y el encuentro con un nuevo y formidable enemigo político y militar al que hacer frente, marcó una nueva época, que volvió a sacar al ecologismo y a las actividades de conservación de la energía, del centro de interés que había demostrado hasta 2001. Estados Unidos es un país que está mucho más cómodo luchando contra enemigos políticos que sean Estados (recuérdese "el Eje del Mal” de George Bush Jr.) que contra conceptos nuevos e inquietantes que puedan comprometer las bases de su estilo y sistema de vida. Recuérdense las espectaculares e ineficaces actividades en pro de un ecologismo “de salón”, a cargo de Al Gore, Vicepresidente de Estados Unidos con Bill Clinton, que se suponía que iban a llevar en volandas a Gore a la Presidencia de Estados Unidos. Las propuestas de Gore cayeron en rápido olvido; simplemente atacaban a la corriente central del pensamiento del americano medio, aparte de que sonaba a "poco sincera" su copernicana conversión.
[3] En nuestro escrito original hablábamos de “resubordinar” la economía á la ética; por hipótesis suponíamos que en algún momento la economía había estado subordinada a la ética. Probablemente sucedió otra cosa: la subordinación de la economía a la moral (cristiana) que es la traslación de los principios éticos a criterios religiosos normativistas. Dicha subordinación estuvo vigente en sociedades antiguas muy concretas, hasta que la secularización de la Sociedad hizo que la moral religiosa no quedara sustituida de nuevo por la ética, sino... por la economía.
[4]ALBERT, M.: El obstáculo nacionalista. En: GALBRAITH, J.K.: La crisis de las sociedades industriales. Ed. Zero. Algorta. 1.972. Pg. 53.

[5]Por ejemplo, K. PAVITT se refiere a una nota del IDS Bulletin de la Universidad de Sussex, en la que se citan las restricciones a la importación de bienes procedentes de los países pobres con "medio ambiente barato". "En 1969, las industrias de la pesca de atún de Perú y Filipinas han recibido fuertes golpes asestados por la revisión de las normas oficiales de Estados Unidos sobre el contenido de mercurio en los atunes." Ver: FREEMAN, C., COLE, H. ET ALIA: L'Anti Malthus. Une critique de "Halte á la croissance". Ed. du Seuil. París. 1.974. Pg. 261.

[6]MEADOWS, D.L. (DIRECTOR) ET ALIA: Los límites del crecimiento. Fondo de Cultura Económica. México. 2ª Ed. 2ª Reimpr. 1.975. Pg. 167.

lunes, 11 de agosto de 2014

028 * #CasoPráctico "Crediscor" (decisiones sobre cuentas a cobrar a clientes) #CasoPrácticoEEC

Joaquim-Andreu Monzón Graupera

Universitat de Barcelona


Este caso práctico no se resuelve exactamente mediante la aplicación del modelo explicado en la entrada 027.

El cálculo de rentabilidad de la política de crédito a clientes se efectúa sobre el activo total.

Se valora el interés de una nueva estrategia: la prefacturación.

Se identifica si conviene introducir un servicio de gestión de morosos.

Y por último se analizan diversos supuestos en los que conviene concluir si puede resultar interesante una expansión de la facturación.

Puede verse el fichero .pdf clicando el siguiente link, que da acceso a un fichero win.rar:

domingo, 10 de agosto de 2014

027 * "Un modelo de decisión a corto plazo sobre política de crédito a clientes"

Joaquim-Andreu Monzón Graupera

Universitat de Barcelona

Se trata de un modelo cuantitativo a corto plazo, que intenta encontrar el equilibrio entre los diferentes objetivos y restricciones en conflicto, cuando se valoran los distintos factores -positivos y negativos- de una apertura de mano en la concesión de créditos a clientes, o de una restricción o endurecimiento de ésta.

Solo se han tenido en cuenta factores cuantificables y se ha supuesto que el objetivo es tratar de maximizar la ROI de la inversión en cuentas a cobrar a clientes.
............

Puede consultarse el documento en el siguiente link: 

027.    https://goo.gl/LUWbWo  


026 * "Optimismo, pesimismo y neutralidad de los científicos sociales"

Joaquim-Andreu Monzón Graupera [1]


Universitat de Barcelona


Nos remitimos a la entrada 175. de este blog para la lectura de ideas complementarias a las que a continuación se exponen en esta entrada 026.

En los ámbitos convencionales de la economía, parece normal que el enfoque del economista sobre cualquier problema económico a desentrañar siga estrechamente los enfoques de la economía neoclásica convencional, que aparentemente están adornados con una máxima asepsia y neutralidad.

El uso de hipótesis depuradas y la introducción de las matemáticas y de los modelos, pueden aparentar un enfoque exquisitamente neutral. Pero no es así.

El economista inglés Arthur PIGOU afirmó: "Corresponde al corazón plantear los problemas y a la mente darles solución. El corazón siente, la mente conoce."[2]

Por tanto, si hacemos caso a PIGOU, tal vez deberíamos ocuparnos (con el corazón) de los problemas reales buscando la mejor manera de solucionarlos (con la mente) que lo que viene siendo demasiado frecuentemente el enfoque contrario (conocer a fondo un modelo [matemático, si es posible, que aparenta más rigor] y ver si dicho modelo se puede aplicar al máximo número posible de problemas reales, con una barra libre de hipótesis restrictivas.

Según expresó muy bien el filósofo y antropólogo francés Paul RICOEUR: "No existe el modo de podernos abstraer de toda ideología para adquirir un punto de vista perfectamente científico y justo del desarrollo humano."[3]

En línea con la idea de RICOEUR, se puede discutir si el talante personal del investigador puede influir a priori sobre sus conclusiones cuando investiga en algún campo científico.

El insigne economista austríaco Josep A. SCHUMPETER bien advertía que en un principio, el trabajo de los economistas arranca de un enfoque o "visión preanalítica"[4] que condiciona parcialmente sus conclusiones científicas.

La neutralidad en el investigador social no existe, puesto que sus creencias y su sistema de valores se reflejan en el tipo de información que maneja y la forma como la lee e interpreta.

Tendemos a formarnos una idea genérica e inicial de un asunto, que es la que galvaniza un determinado tipo de sensibilidades; esta idea puede hacer que el comportamiento del investigador sea no neutral, puesto que puede dar más importancia a algunas ideas, datos y hechos que va recogiendo, si son coherentes con su visión preanalítica; y en cambio puede desestimar o minusvalorar otras, que van contra corriente del pensamiento y orientación que él mismo se está forjando sobre el objeto de investigación.

En ciencias sociales no hay leyes categóricas o irrebatibles. Existen tendencias y existen verdades coyunturales o parciales. Demasiados hechos sociales, para el gusto de un científico natural (matemático, físico, etc.) son poco taxativos y resultan difíciles de interpretar clara e irrebatiblemente.

Al no existir verdades absolutas, es por lo que se pueden efectuar dos buenas tareas científicas sobre un mismo conjunto de hechos y en cambio, obtener conclusiones diferentes según cual sea el sistema de valores y la concepción del mundo que atesora cada investigador social.

Como indicó el gran economista Premio Nobel norteamericano Paul SAMUELSON: "dos científicos igualmente buenos pueden discrepar en sus juicios de valor."[5]

Cuando el investigador reclama cambios o critica comportamientos, es que no está viendo los hechos con la misma perspectiva que albergan los principios que presiden el desenvolvimiento de la vida real.

Por ello, la principal tarea del investigador que quiere difundir unas conclusiones, consiste en convencer primero a los demás que tienen que adoptar su propia visión general. 
Habrá veces que no lo consiga, pero al menos podrá defenderse de la inevitable acusación de derrotista o pesimista con que le saludará la fracción que tiene el poder real en la sociedad.

El grupo social que detenta el poder, tiene la habilidad de conseguir que los demás quieran lograr los objetivos que necesita dicho grupo poderoso para sus propios fines.

Por ello, el investigador que desea el cambio (sea cuál sea el campo al que lo quiere aplicar) acaba agotando buena parte de sus fuerzas creando un clima de opinión favorable para las conclusiones de su investigación. Está luchando contra corriente contra enfoques convencionales que muy pocos de sus propios seguidores se preguntan en serio si pueden ser refutables.

SCHUMPETER escribió[6]: "Planeamos siempre demasiado y pensamos demasiado poco. Nos irrita la llamada a la reflexión y odiamos el razonamiento no familiar que no se aviene con lo que creemos o nos agradaría creer. Caminamos hacia el futuro, lo mismo que hemos caminado hacia la guerra [de 1939]: con los ojos vendados."

Contra la imputación de derrotismo SCHUMPETER indica: "Rechazo que este término sea aplicable a un esfuerzo de análisis. El derrotismo denota un cierto estado psíquico que solamente tiene sentido con referencia a la acción”.

Sigue SCHUMPETER: “Los hechos en sí mismos y las inferencias de ellos, no pueden ser nunca derrotistas ni lo contrario, cualesquiera que sean. La información de que un barco se está hundiendo no es derrotista. Tan sólo puede ser derrotista el espíritu con que se recibe esta información. La tripulación puede cruzarse de brazos y dejarse ahogar. Pero también puede precipitarse a las bombas [de achique de agua]".

Según expresó el sociólogo, economista y demógrafo francés Alfred SAUVY, el enfoque correcto para los que reflexionan sobre los problemas del futuro, es enfocarlos desde el descontento sobre como se manifiesta el presente y desde el pesimismo activo ante el futuro.

Debe reconocerse con SAUVY que el descontento es el motor del progreso[7]; no hay progreso con la satisfacción.


El descontento sobre el presente y el pesimismo activo ante el futuro previsible, han de ser dos palancas intelectuales sólidas que permitan lograr un progreso del conocimiento por la vía del cambio generalizado de los apriorismos y las opiniones, para que pueda resultar un mecanismo transformador de la sociedad.


NOTAS

[1] La mayor parte de las ideas que siguen están extraídas de las conclusiones de nuestra tesis doctoral, cuyo link de consulta aparece en la entrada anterior (25).


[2] Citado por J.K. METHA: Interpretación filosófica de la Economía. Ed. Deusto. Bilbao. 1ª Ed. 1.964. Pg. 84.


[3] RICOEUR, P.: Science et idéologie. En: "Revue philosophique de Louvain". Mayo 1.974. Citado por: DOMENACH, J. M.: Crisis del desarrollo, crisis de la racionalidad. En: ATTALI, J., MASSÉ, P., ET ALIA: El mito del desarrollo. Ed. Kairós. Barcelona. 1ª Ed. 1.980. Pg. 19.


[4] En general, la letra negrita que aparece en esta entrada es nuestra.


[5]SAMUELSON, P.A.: Economía desde el corazón. Un muestrario de SAMUELSON. Recopilación y notas introductorias de M.O. KEATING. Ed. Orbis. Barcelona. 1ª Ed. 1.988. Pg. 74.


[6] SCHUMPETER, J.A.: Capitalismo, socialismo y democracia. Ed. Aguilar. Madrid. 1.968. Ed. Orbis. Barcelona. 1.983. Tomo I. Prólogo. Pg. 13-14. Evidentemente, las circunstancias en las que escribió SCHUMPETER estos párrafos hace setenta años no eran los problemas asociados a la depredación de los recursos no renovables; pero el espíritu que anida en estas palabras es perfectamente aplicable a dichos problemas.

 [7] SAUVY, A.: La naturaleza social. Taurus Ediciones. Madrid. 1ª Ed. 1.962. Pg. 154.

sábado, 9 de agosto de 2014

025 * "El tratamiento de los recursos no renovables en la ciencia económica"

Joaquim-Andreu Monzón Graupera

Universitat de Barcelona



Esta entrada corresponde al cap. 4 de nuestra tesis, capítulo mencionado en la entrada anterior (024.) y consultable aquí:

Las referencias bibliográficas deben buscarse en el apéndice bibliográfico de la tesis que, por comodidad, reflejo aquí: 

025. b.   http://bit.ly/1ktSbjr

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BIBLIOGRAFÍA DE ACTUALIZACIÓN

Quien desee contrastar, ampliar y actualizar estos conocimientos, puede leer obras de reputados autores -que cultivan claramente una economía ecológica muy crítica- como por ejemplo:

Jackson, Tim: "Prosperidad sin crecimiento. Economía para un planeta finito". Icaria, Barcelona, 2011.

Martínez Alier, Joan (con la colaboración de Jordi Roca y Jeannete Sánchez): "Curso de economía ecológica". PNUMA-ONU. Reedición de 1998. Consultable aquí:
http://www.ambiente.gov.ar/infotecaea/descargas/martinez-alier02.pdf

Martínez-Alier, Joan y Roca Jusmet, Jordi: "Economía ecológica y política ambiental". Fondo de Cultura Económica, México, 2000.

Martínez Alier, Joan: "El ecologismo de los pobres: conflictos ambientales y lenguajes de valoración". Ed. Icaria, 5ª ed. 2011.

Naredo, José Manuel: La economía en evolución: Historia y perspectivas de las categorías básicas del pensamiento económico, Madrid, Siglo XXI,  1987, 2003. [se trata de una obra muy profunda y extensa].

Naredo, José-Manuel: Numerosa bibliografía propia y ajena se detalla aquí: http://www.elrincondenaredo.org/bibliografia.html

Roca Jusmet, Jordi: [Como ejemplo de una polémica entre representantes de la economía neoclásica y la economía ecológica]: "Alejandro Nadal, sobre la economía ecológica: Una réplica" (27-2-2011). En: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3973

Roca Jusmet, Jordi: http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=79199 (reunión de una extensa bibliografía; en especial, artículos científicos).

024 * "La economía y los problemas energéticos y medioambientales". 1992 y 2014

Joaquim-Andreu Monzón Graupera

Universitat de Barcelona

NOTA PREVIA
Estas breves páginas se han extraído de una parte de las conclusiones de nuestra tesis doctoral. Para publicarlas ahora en el blog, hemos realizado algunas correcciones e introducido un esquema, pero no se ha efectuado ninguna actualización, excepto la redacción de unas breves conclusiones, para dar un poco más de contexto a esta exposición y una vía de salida al problema, desde la economía.
Tras más de 20 años, nuestra opinión es que seguimos igual o peor en cuanto al problema al que aludimos.
Estas páginas son una mera síntesis. Un punto de vista más completo puede establecerse leyendo el capítulo 4 de la tesis, que también se aportará al blog.
La tesis completa (y por tanto, también el mencionado capítulo 4) puede consultarse en la siguiente dirección: 

024.    http://bit.ly/2nQKc41
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1. POSICIONES DE LAS ESCUELAS ECONÓMICAS, EN RELACIÓN A LOS PROBLEMAS ENERGÉTICOS Y MEDIOAMBIENTALES
El principio del individualismo metodológico (de tipo abstracto y ahistórico) está entre las herramientas disponibles en la caja de herramientas metodológicas de los economistas neoclásicos de la corriente central.
En cambio, algunos clásicos, y por regla general, los científicos historicistas, institucionalistas, marxistas, estructuralistas, holistas, etc., son más partidarios de un menor nivel de abstracción y un mayor apego a la realidad observable por un lado; y del empleo del método histórico para estudiar la evolución social, por otro.
Partiendo del principio del individualismo metodológico, los análisis neoclásicos modernos (ARROW, BECKER, escuela del public choice)[1] han llevado a la Economía a autotitularse como una ética de la elección del individuo.
Dicha ética, dirigida desde algunos planteamientos de la ciencia económica, se ha intentado aplicar a las esferas no económicas del comportamiento humano con el consiguiente disgusto de los practicantes de otras ciencias sociales.
Éstos aducen que no solamente la Economía fracasa en el campo que le es propio, sino que huye hacia adelante implantando un imperialismo intelectual, mimetizando y tratando dichas esferas no económicas como si fuesen también un campo natural de aplicación de la ética del homo economicus.
Por otra parte, la economía neoclásica tradicional continúa asentando sus análisis y conclusiones en el "principio de la soberanía del consumidor".
Como indica GALBRAITH, "en teoría formal, no se insiste demasiado en el hecho de que la instrucción [la orden] tiene su origen en el consumidor. [A éste se le] considera como un aparato, por medio del cual se transmite la información del consumidor al productor y de éste al consumidor. No se formula ningún juicio sobre esta maquinaria...”
Sin embargo, la sanción moral del sistema depende profundamente de la fuente de la instrucción. Ésta proviene del individuo. De este modo el sistema económico coloca al individuo -al consumidor- al mando definitivo de sí mismo.
Esta teoría económica está relacionada con una teoría política que coloca al ciudadano, como elector, en una posición definitiva de autoridad sobre la producción de bienes públicos.
Estas teorías, económica y política, son fundamentales para formarse una imagen más amplia de una sociedad democrática (o al menos no autoritaria) que esté completamente subordinada al poder definitivo del individuo.
Como el individuo lo rige, no puede estar en conflicto con el sistema económico o político. No puede hallarse en oposición con lo que gobierna él mismo."[2]
2. JUICIOS DE LOS CIENTÍFICOS NO ECONOMISTAS, ANTE LOS ENFOQUES DE LOS ECONOMISTAS CONVENCIONALES
La impresión que pudimos perfilar después de analizar multitud de informes, libros y artículos sobre la intersección entre ecología y crecimiento económico, es que el economista típico está desbordado por las afirmaciones y requerimientos de los científicos naturales ante los problemas que aquejan a los recursos naturales y al medio ambiente.
En el extremo, hay jueces muy severos: Ignacy SACHS escribe: "En... opinión de [CODDINGTON] el cuerpo básico del pensamiento económico está mal preparado para adaptarse al punto de vista ecológico y por consiguiente, 'puede argumentarse que el mayor servicio que los economistas pueden ofrecer a la posteridad es el de permanecer en silencio’."[3]
Al respecto, las respuestas típicas de los economistas han sido variadas:
A) ignorar la cuestión;
B) intentar la aplicación de las herramientas metodológicas ortodoxas al nuevo problema planteado desde el exterior de la profesión, o bien:
C) afirmar que la solución a esta clase de problemas no tiene ni raíces ni enfoques meramente económicos y desborda los planteamientos de cantidades, costes y beneficios, por lo que la solución ha de ser política, al pasar a primer plano cuestiones de tipo ético y moral.
El malogrado filósofo francés Cornelius CASTORIADIS expresó muy bien la impotencia de la economía ante estos problemas: "Cuando destruimos el ecosistema ¿qué hacemos? Destruimos la organización del ecosistema. ¿Pero qué es esta organización, como cuantificarla? ¿Cómo poner un precio a esta destrucción de una organización sobre la que, por otra parte, no sabemos casi nada?"[4]
Pocos economistas de prestigio han asociado hasta ahora su nombre a doctrinas conservacionistas con referencia al medio ambiente, los recursos naturales no renovables y en general, con una perspectiva de preocupación real por el futuro de la humanidad.
Si se llega a demostrar que se pueden adoptar instrumentalmente mecanismos y criterios económicos eficaces para evitar la destrucción del medio, es de desear que nuestra profesión pase entonces a desempeñar un papel más activo en el seno de un ámbito que ya es ahora completamente estratégico.
La "corriente central" de la economía no puede -mejor dicho, no debe- quedar al margen del estudio y de la aportación de soluciones al gran problema que tiene planteado la Humanidad. Pero en este caso debe adaptar, con gran humildad, una serie de cambios fundamentales, empezando por su propia filosofía de la racionalidad económica.
Por supuesto, ante problemas tan graves la economía no debería ser una excepción con respecto a las demás ciencias sociales.
Primero está la realidad que va cambiando; y luego, si hay rigor y suerte, la teoría social va detrás de la realidad para analizarla, etiquetarla e intentar la explicación de su comportamiento y de las causas de éste y de sus cambios, sea la finalidad perseguida bien aplicada, bien teorética.
La consecuencia final, siguiendo tal razonamiento, es: si la ciencia económica es un reflejo de las actuaciones reales de los que deciden y de los que operan, cámbiense el sentido de las actuaciones reales y cambiarán la filosofía, el enfoque y los métodos de la economía.
En tal caso el problema torna a situarse en su posición anterior; vuelve a ser un problema moral y político, no de racionalidad económica estricta.
Pero esta constatación no obsta para pedir que los cultivadores de las ciencias sociales, y en especial de las ciencias económicas, tengan un grado más elevado de iniciativa, creatividad y empuje para colaborar en la solución de los problemas de la degradación del medio y del agotamiento de los recursos naturales.
3. EL PRINCIPIO DE LA MANO INVISIBLE, VS. EL PRINCIPIO DE LA CUERDA INVISIBLE
El principio de la "mano invisible" de Adam SMITH propugnó que el sujeto, al actuar en el mercado en forma egoísta, en realidad está colaborando en el logro del bienestar social.
Al principio de Adam SMITH, que todavía forma parte del cuerpo normativo de la mayoría de economistas, cabría oponer en la actualidad el principio de la "cuerda invisible", por el que cada individuo ocasiona actos de producción y consumo marginalmente crecientes.
Por separado cada uno de estos actos económicos no tiene apenas importancia, pero el sujeto subvalora o ignora que la agregación de todos estos actos, considerados a nivel colectivo, provoca una sinergia degradatoria del medio, al sumarse el inofensivo comportamiento individual de cada uno con conductas similares y simultáneas de otros muchos millones de individuos.
De los resultados de tipo global que se generan, nadie se siente responsable, puesto que poca gente se autoinculpa por el hecho de mantener un comportamiento similar al del resto del género humano. 

Esta sensación gregaria, proporciona más bien una percepción de seguridad, en el sentido de que cada uno está haciendo "lo debido".
Pero este comportamiento colectivo puede ser el detonante definitivo del agotamiento de los recursos no renovables y de la creciente contaminación y degradación del medio.
En el principio de "la cuerda invisible", tal como sucede en el dilema del prisionero (muy popular en el contexto de las teorías de la "elección racional"), el egoísmo individual no lleva a la felicidad, al revés que en el principio de "la mano invisible"[5] de A. SMITH, siempre que por felicidad se entienda un estado mental de satisfacción por colaborar en la mejora del mundo... y no la destrucción de éste a partir de la obtención de pequeños y saturables placeres inmediatos.
Si existiera consciencia individual de la degradación que cada sujeto provoca en el medio, entonces deberemos basar la interpretación de los hechos en la teoría de la negociación.
4. ECOLOGÍA Y LA NEGOCIACIÓN HUMANIDAD/NATURALEZA
Casi todos los expertos en negociación exponen que las dos partes opuestas en un asunto de contratación empresarial, demoran las concesiones a otorgar a la otra parte, hasta el momento más tardío en el que pueden producirse propuestas y contrapropuestas negociadoras, que por esta razón van a sucederse al final del proceso y en un lapso muy corto de tiempo.
Cada negociador supone que el contrario cederá en el último momento. Esto es así, cuando cada una de las partes que interviene en la negociación -o entre dos o más partes, aquélla que tiene más poder marginal- supone que la otra parte está atosigada por la carencia del recurso escaso llamado "tiempo disponible".
Los responsables políticos mundiales han ajustado su conducta negociadora mutua de manera no colaboradora y además actúan como si la Naturaleza fuese, en la sombra, la parte negociadora contraria, a la que se puede presionar llevando al límite del plazo temporal las sucesivas tentativas de cierre de la operación.
El problema es que los plazos límite para la "negociación ecológica" son desconocidos.
Por tanto, la cuestión debe enfocarse de otra forma: Los agentes económicos negocian mediante un juego de suma cero (THUROW[6]) entre ellos mismos.
En la teoría económica puede imaginarse que existen juegos de "suma cero". Pero en la realidad, no se traslada al contrincante directo una parte de las pérdidas en el juego; dicha parte de las pérdidas se traslada a la naturaleza y por tanto a terceros que viven en el presente y/o que lo harán en el futuro.
Con técnicas de negociación que son distributivas (egoístas) -y que por lo tanto no son integrativas[7] al no haber un espíritu colaborador cuando se relacionan los sujetos entre sí y entre ellos y el medio- se procura demorar al máximo la toma de decisiones sobre energía y medio ambiente, decisiones que, sobre la base de que el abordaje de las correcciones necesarias “hoy es más caro que ayer, pero menos que mañana” presentan las siguientes características:
a) Generarían una gran cantidad de costes monetarios en el presente. Costes que sufrirían los presupuestos públicos actuales que... son decididos por políticos que desean ser reelegidos.
b) Trasladarían la mejora de competitividad hacia el [país] que no tomara estas decisiones y se atuviese aún a estrictos criterios del mercado privado; por tanto, investidos con la racionalidad económica del corto plazo, los sujetos económicos y con ellos los Gobiernos.
c) Demorarían la toma de decisiones al mañana, desconociendo con esta conducta si la probabilidad de la existencia de irreversibilidades ecológicas -es decir, el sorpasso del punto límite de no retorno (PNR)- es ya demasiado tangible para ser ignorada.

5. CONCLUSIONES (INTRODUCIDAS EN 2014)

I. Si los representantes académicos y profesionales de la economía desean no perder relevancia ante la solución de estos problemas -que son cada vez más serios- deberán aportar soluciones redistributivas de tipo fiscal, al estilo de nuestra propuesta formulada en la entrada 017. de este blog.

II. Las soluciones vía contingentación de la contaminación admisible de los niveles de contaminación, pertenecen al campo material o físico: no al campo económico. Son las medidas que intenta implantar la ONU por medio de acuerdos como el protocolo de Kyoto. 

III. Los únicos campos que en esta nueva realidad le quedan a la economía son: 

i) la definición de un sistema de cotización bursátil de los derechos de contaminación sobrantes; y otro campo, también de tipo subordinado: 

ii) la valoración económica de diferentes alternativas técnicas igualmente eficientes, para solucionar problemas ambientales concretos, a efectos de la selección de la más barata.

IV. No es corporativismo, pero... como economista me sabría muy mal que nuestra profesión quedara relegada al poco agradecido papel de "especialistas secundarios" en este campo; no obstante... tal vez es el futuro que nos espera, si no sabemos presentar desde el campo económico soluciones que sean justas y atractivas para la sociedad; y/o si no logramos convencer a los políticos para que las implanten.

V. Contra más tiempo pase, peor y más desagradecido será nuestro papel, si hay que proponer medidas fiscales muy duras que acerquen el precio de venta de los diversos vectores finales de energía hacia el respectivo coste de reposición de dichas energías, incluyendo en la fijación de costes y precios, masivas dotaciones fiscales para la restauración de un medio ambiente cada vez más deteriorado y para la puesta en marcha enérgica de energías alternativas. Contra más tardemos, peor se solucionará el problema y más cara será la factura.




NOTAS:

[1] Puede verse una descripción valorativamente aprobatoria de dichas teorías en: LEPAGE, H.: Mañana, el capitalismo. Alianza Ed. Madrid. 1ª Ed. 1.979. Cap I.

Aportamos dos frases de Henri LEPAGE: "...todas las críticas habituales referentes al "reduccionismo" del análisis económico sólo tienen un interés limitado, en la medida en que uno de los progresos de la teoría es precisamente el de demostrar que ésta ya es capaz de tener en cuenta fenómenos aparentemente extrarracionales, como son la necesidad de solidaridad, la inclinación por el altruismo, o la filantropía por un lado, y por otro el incluir en sus modelos, elementos de evolución considerados como extraeconómicos (por ejemplo, el problema de la interdependencia entre las necesidades y las preferencias)." (Op. cit., pg. 39). La itálica es de LEPAGE.

LEPAGE se adhiere al enfoque positivista friedmaniano para justificar el "imperialismo" de la "nueva" ciencia económica: "Para el economista, reducir el individuo a su única dimensión "económica" es con seguridad irreal (en el sentido habitual del término). Pero, de acuerdo con el análisis positivista común a todas las ciencias experimentales (incluso físicas), el valor de un instrumento científico no se mide por el grado de realismo de sus hipótesis. Lo que importa es la relación entre la simplicidad de las hipótesis y su eficacia." [sic]. "Querer acercarse a la realidad es, seguramente, una preocupación deseable; pero el realismo de las hipótesis tiene por contrapartida un crecimiento de la complejidad que perjudica su eficacia operativa." (Op. cit., pg. 43). Las comillas intermedias son de LEPAGE.

[2] GALBRAITH, J.K.: La economía y el objetivo público. Plaza y Janés, Editores. Esplugues de Llobregat. 1ª Ed. 1.975. Pg. 28.

[3] SACHS, I.: Enfoques de la política del medio ambiente. En: GALLEGO GREDILLA, J. A. (INTR. y SELECC): Economía del medio ambiente. Instituto de Estudios Fiscales. Madrid. 1ª Ed. 1.974. Pg. 75-76. La negrita es nuestra.

[4] ATTALI, J., MASSÉ, P., ET ALIA: El mito del desarrollo (Respuesta de C. CASTORIADIS a P. MASSÉ). Ed. Kairós. Barcelona. 1ª Ed. 1.980. Pg. 62. La negrita es nuestra.

[5] La comparación entre el dilema del prisionero y el principio de A. SMITH, se debe a Juan MARTINEZ ALIER: Ecologisme i economia. História d'unes relacions amagades. Prepublicación. Universidad Autónoma de Barcelona. 1.983. Pg. 4.

El "dilema del prisionero" lo adapta así MARTINEZ ALIER al campo ecológico: "Supongamos dos países que pescan en la misma zona; si uno de ellos, evitando agotar la pesca, restringe la cantidad pescada, posiblemente no se beneficiará en absoluto porque el otro pescará más; si los dos pescan mucho, posiblemente se acabarán los peces; si se pueden poner de acuerdo, los dos pueden ganar." (op. cit., pg. 3.) Por supuesto, el principio de "la cuerda invisible" equivale a dar por supuesto que los dos países pescan lo máximo posible; esto equivale en el dilema del prisionero a suponer que los dos criminales se acusarán mutuamente.

[6] THUROW, L.C.: La sociedad de suma cero. Ed. Orbis. Barcelona. 1.984. Pg. 15 y ss.

[7] CASADO, D., y PEREZ YRUELA, M.: Organización, conflicto y estrategias de negociación. Ed. Marova. Madrid. 1ª Ed. 1.975. Pg. 72-76.




viernes, 8 de agosto de 2014

023 * "Análisis y valoración de la depreciación del inmovilizado material" (presentación). 2003

Joaquim-Andreu Monzón Graupera


Universitat de Barcelona


La presentación de una selección de los aspectos más importantes del trabajo numerado como entrada 022. en este blog, se elaboró en formato PowerPoint.
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Dicha presentación se aporta en formato .pdf y puede consultarse clicando el link que sigue:

022 * "Análisis, valoración y contabilidad de la depreciación regular del inmovilizado material". 2003

Joaquim-Andreu Monzón Graupera

Universitat de Barcelona

El documento que se presenta en esta entrada se redactó en 2003. Por tanto, la parte contable no está actualizada de acuerdo con el PGC 2007, pero sí se tuvieron en cuenta las NIC correspondientes, vigentes en 2003.

Entiendo que todavía puede ser de utilidad la lectura de la parte más económica y conceptual del trabajo. 

El índice es bastante largo, y puede consultarse al principio del documento. Un esquema simple de aquél, atiende a su título:

Parte I:   Análisis.

Parte II:  Valoración.

Parte III: Contabilidad.

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Este trabajo puede consultarse clicando el siguiente link: