lunes, 11 de agosto de 2014

028 * #CasoPráctico "Crediscor" (decisiones sobre cuentas a cobrar a clientes) #CasoPrácticoEEC

Joaquim-Andreu Monzón Graupera

Universitat de Barcelona


Este caso práctico no se resuelve exactamente mediante la aplicación del modelo explicado en la entrada 027.

El cálculo de rentabilidad de la política de crédito a clientes se efectúa sobre el activo total.

Se valora el interés de una nueva estrategia: la prefacturación.

Se identifica si conviene introducir un servicio de gestión de morosos.

Y por último se analizan diversos supuestos en los que conviene concluir si puede resultar interesante una expansión de la facturación.

Puede verse el fichero .pdf clicando el siguiente link, que da acceso a un fichero win.rar:

domingo, 10 de agosto de 2014

027 * "Un modelo de decisión a corto plazo sobre política de crédito a clientes"

Joaquim-Andreu Monzón Graupera

Universitat de Barcelona

Se trata de un modelo cuantitativo a corto plazo, que intenta encontrar el equilibrio entre los diferentes objetivos y restricciones en conflicto, cuando se valoran los distintos factores -positivos y negativos- de una apertura de mano en la concesión de créditos a clientes, o de una restricción o endurecimiento de ésta.

Solo se han tenido en cuenta factores cuantificables y se ha supuesto que el objetivo es tratar de maximizar la ROI de la inversión en cuentas a cobrar a clientes.
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Puede consultarse el documento en el siguiente link: 

027.    https://goo.gl/LUWbWo  


026 * "Optimismo, pesimismo y neutralidad de los científicos sociales"

Joaquim-Andreu Monzón Graupera [1]


Universitat de Barcelona


Nos remitimos a la entrada 175. de este blog para la lectura de ideas complementarias a las que a continuación se exponen en esta entrada 026.

En los ámbitos convencionales de la economía, parece normal que el enfoque del economista sobre cualquier problema económico a desentrañar siga estrechamente los enfoques de la economía neoclásica convencional, que aparentemente están adornados con una máxima asepsia y neutralidad.

El uso de hipótesis depuradas y la introducción de las matemáticas y de los modelos, pueden aparentar un enfoque exquisitamente neutral. Pero no es así.

El economista inglés Arthur PIGOU afirmó: "Corresponde al corazón plantear los problemas y a la mente darles solución. El corazón siente, la mente conoce."[2]

Por tanto, si hacemos caso a PIGOU, tal vez deberíamos ocuparnos (con el corazón) de los problemas reales buscando la mejor manera de solucionarlos (con la mente) que lo que viene siendo demasiado frecuentemente el enfoque contrario (conocer a fondo un modelo [matemático, si es posible, que aparenta más rigor] y ver si dicho modelo se puede aplicar al máximo número posible de problemas reales, con una barra libre de hipótesis restrictivas.

Según expresó muy bien el filósofo y antropólogo francés Paul RICOEUR: "No existe el modo de podernos abstraer de toda ideología para adquirir un punto de vista perfectamente científico y justo del desarrollo humano."[3]

En línea con la idea de RICOEUR, se puede discutir si el talante personal del investigador puede influir a priori sobre sus conclusiones cuando investiga en algún campo científico.

El insigne economista austríaco Josep A. SCHUMPETER bien advertía que en un principio, el trabajo de los economistas arranca de un enfoque o "visión preanalítica"[4] que condiciona parcialmente sus conclusiones científicas.

La neutralidad en el investigador social no existe, puesto que sus creencias y su sistema de valores se reflejan en el tipo de información que maneja y la forma como la lee e interpreta.

Tendemos a formarnos una idea genérica e inicial de un asunto, que es la que galvaniza un determinado tipo de sensibilidades; esta idea puede hacer que el comportamiento del investigador sea no neutral, puesto que puede dar más importancia a algunas ideas, datos y hechos que va recogiendo, si son coherentes con su visión preanalítica; y en cambio puede desestimar o minusvalorar otras, que van contra corriente del pensamiento y orientación que él mismo se está forjando sobre el objeto de investigación.

En ciencias sociales no hay leyes categóricas o irrebatibles. Existen tendencias y existen verdades coyunturales o parciales. Demasiados hechos sociales, para el gusto de un científico natural (matemático, físico, etc.) son poco taxativos y resultan difíciles de interpretar clara e irrebatiblemente.

Al no existir verdades absolutas, es por lo que se pueden efectuar dos buenas tareas científicas sobre un mismo conjunto de hechos y en cambio, obtener conclusiones diferentes según cual sea el sistema de valores y la concepción del mundo que atesora cada investigador social.

Como indicó el gran economista Premio Nobel norteamericano Paul SAMUELSON: "dos científicos igualmente buenos pueden discrepar en sus juicios de valor."[5]

Cuando el investigador reclama cambios o critica comportamientos, es que no está viendo los hechos con la misma perspectiva que albergan los principios que presiden el desenvolvimiento de la vida real.

Por ello, la principal tarea del investigador que quiere difundir unas conclusiones, consiste en convencer primero a los demás que tienen que adoptar su propia visión general. 
Habrá veces que no lo consiga, pero al menos podrá defenderse de la inevitable acusación de derrotista o pesimista con que le saludará la fracción que tiene el poder real en la sociedad.

El grupo social que detenta el poder, tiene la habilidad de conseguir que los demás quieran lograr los objetivos que necesita dicho grupo poderoso para sus propios fines.

Por ello, el investigador que desea el cambio (sea cuál sea el campo al que lo quiere aplicar) acaba agotando buena parte de sus fuerzas creando un clima de opinión favorable para las conclusiones de su investigación. Está luchando contra corriente contra enfoques convencionales que muy pocos de sus propios seguidores se preguntan en serio si pueden ser refutables.

SCHUMPETER escribió[6]: "Planeamos siempre demasiado y pensamos demasiado poco. Nos irrita la llamada a la reflexión y odiamos el razonamiento no familiar que no se aviene con lo que creemos o nos agradaría creer. Caminamos hacia el futuro, lo mismo que hemos caminado hacia la guerra [de 1939]: con los ojos vendados."

Contra la imputación de derrotismo SCHUMPETER indica: "Rechazo que este término sea aplicable a un esfuerzo de análisis. El derrotismo denota un cierto estado psíquico que solamente tiene sentido con referencia a la acción”.

Sigue SCHUMPETER: “Los hechos en sí mismos y las inferencias de ellos, no pueden ser nunca derrotistas ni lo contrario, cualesquiera que sean. La información de que un barco se está hundiendo no es derrotista. Tan sólo puede ser derrotista el espíritu con que se recibe esta información. La tripulación puede cruzarse de brazos y dejarse ahogar. Pero también puede precipitarse a las bombas [de achique de agua]".

Según expresó el sociólogo, economista y demógrafo francés Alfred SAUVY, el enfoque correcto para los que reflexionan sobre los problemas del futuro, es enfocarlos desde el descontento sobre como se manifiesta el presente y desde el pesimismo activo ante el futuro.

Debe reconocerse con SAUVY que el descontento es el motor del progreso[7]; no hay progreso con la satisfacción.


El descontento sobre el presente y el pesimismo activo ante el futuro previsible, han de ser dos palancas intelectuales sólidas que permitan lograr un progreso del conocimiento por la vía del cambio generalizado de los apriorismos y las opiniones, para que pueda resultar un mecanismo transformador de la sociedad.


NOTAS

[1] La mayor parte de las ideas que siguen están extraídas de las conclusiones de nuestra tesis doctoral, cuyo link de consulta aparece en la entrada anterior (25).


[2] Citado por J.K. METHA: Interpretación filosófica de la Economía. Ed. Deusto. Bilbao. 1ª Ed. 1.964. Pg. 84.


[3] RICOEUR, P.: Science et idéologie. En: "Revue philosophique de Louvain". Mayo 1.974. Citado por: DOMENACH, J. M.: Crisis del desarrollo, crisis de la racionalidad. En: ATTALI, J., MASSÉ, P., ET ALIA: El mito del desarrollo. Ed. Kairós. Barcelona. 1ª Ed. 1.980. Pg. 19.


[4] En general, la letra negrita que aparece en esta entrada es nuestra.


[5]SAMUELSON, P.A.: Economía desde el corazón. Un muestrario de SAMUELSON. Recopilación y notas introductorias de M.O. KEATING. Ed. Orbis. Barcelona. 1ª Ed. 1.988. Pg. 74.


[6] SCHUMPETER, J.A.: Capitalismo, socialismo y democracia. Ed. Aguilar. Madrid. 1.968. Ed. Orbis. Barcelona. 1.983. Tomo I. Prólogo. Pg. 13-14. Evidentemente, las circunstancias en las que escribió SCHUMPETER estos párrafos hace setenta años no eran los problemas asociados a la depredación de los recursos no renovables; pero el espíritu que anida en estas palabras es perfectamente aplicable a dichos problemas.

 [7] SAUVY, A.: La naturaleza social. Taurus Ediciones. Madrid. 1ª Ed. 1.962. Pg. 154.

sábado, 9 de agosto de 2014

025 * "El tratamiento de los recursos no renovables en la ciencia económica"

Joaquim-Andreu Monzón Graupera

Universitat de Barcelona



Esta entrada corresponde al cap. 4 de nuestra tesis, capítulo mencionado en la entrada anterior (024.) y consultable aquí:

Las referencias bibliográficas deben buscarse en el apéndice bibliográfico de la tesis que, por comodidad, reflejo aquí: 

025. b.   http://bit.ly/1ktSbjr

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BIBLIOGRAFÍA DE ACTUALIZACIÓN

Quien desee contrastar, ampliar y actualizar estos conocimientos, puede leer obras de reputados autores -que cultivan claramente una economía ecológica muy crítica- como por ejemplo:

Jackson, Tim: "Prosperidad sin crecimiento. Economía para un planeta finito". Icaria, Barcelona, 2011.

Martínez Alier, Joan (con la colaboración de Jordi Roca y Jeannete Sánchez): "Curso de economía ecológica". PNUMA-ONU. Reedición de 1998. Consultable aquí:
http://www.ambiente.gov.ar/infotecaea/descargas/martinez-alier02.pdf

Martínez-Alier, Joan y Roca Jusmet, Jordi: "Economía ecológica y política ambiental". Fondo de Cultura Económica, México, 2000.

Martínez Alier, Joan: "El ecologismo de los pobres: conflictos ambientales y lenguajes de valoración". Ed. Icaria, 5ª ed. 2011.

Naredo, José Manuel: La economía en evolución: Historia y perspectivas de las categorías básicas del pensamiento económico, Madrid, Siglo XXI,  1987, 2003. [se trata de una obra muy profunda y extensa].

Naredo, José-Manuel: Numerosa bibliografía propia y ajena se detalla aquí: http://www.elrincondenaredo.org/bibliografia.html

Roca Jusmet, Jordi: [Como ejemplo de una polémica entre representantes de la economía neoclásica y la economía ecológica]: "Alejandro Nadal, sobre la economía ecológica: Una réplica" (27-2-2011). En: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3973

Roca Jusmet, Jordi: http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=79199 (reunión de una extensa bibliografía; en especial, artículos científicos).

024 * "La economía y los problemas energéticos y medioambientales". 1992 y 2014

Joaquim-Andreu Monzón Graupera

Universitat de Barcelona

NOTA PREVIA
Estas breves páginas se han extraído de una parte de las conclusiones de nuestra tesis doctoral. Para publicarlas ahora en el blog, hemos realizado algunas correcciones e introducido un esquema, pero no se ha efectuado ninguna actualización, excepto la redacción de unas breves conclusiones, para dar un poco más de contexto a esta exposición y una vía de salida al problema, desde la economía.
Tras más de 20 años, nuestra opinión es que seguimos igual o peor en cuanto al problema al que aludimos.
Estas páginas son una mera síntesis. Un punto de vista más completo puede establecerse leyendo el capítulo 4 de la tesis, que también se aportará al blog.
La tesis completa (y por tanto, también el mencionado capítulo 4) puede consultarse en la siguiente dirección: 

024.    http://bit.ly/2nQKc41
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1. POSICIONES DE LAS ESCUELAS ECONÓMICAS, EN RELACIÓN A LOS PROBLEMAS ENERGÉTICOS Y MEDIOAMBIENTALES
El principio del individualismo metodológico (de tipo abstracto y ahistórico) está entre las herramientas disponibles en la caja de herramientas metodológicas de los economistas neoclásicos de la corriente central.
En cambio, algunos clásicos, y por regla general, los científicos historicistas, institucionalistas, marxistas, estructuralistas, holistas, etc., son más partidarios de un menor nivel de abstracción y un mayor apego a la realidad observable por un lado; y del empleo del método histórico para estudiar la evolución social, por otro.
Partiendo del principio del individualismo metodológico, los análisis neoclásicos modernos (ARROW, BECKER, escuela del public choice)[1] han llevado a la Economía a autotitularse como una ética de la elección del individuo.
Dicha ética, dirigida desde algunos planteamientos de la ciencia económica, se ha intentado aplicar a las esferas no económicas del comportamiento humano con el consiguiente disgusto de los practicantes de otras ciencias sociales.
Éstos aducen que no solamente la Economía fracasa en el campo que le es propio, sino que huye hacia adelante implantando un imperialismo intelectual, mimetizando y tratando dichas esferas no económicas como si fuesen también un campo natural de aplicación de la ética del homo economicus.
Por otra parte, la economía neoclásica tradicional continúa asentando sus análisis y conclusiones en el "principio de la soberanía del consumidor".
Como indica GALBRAITH, "en teoría formal, no se insiste demasiado en el hecho de que la instrucción [la orden] tiene su origen en el consumidor. [A éste se le] considera como un aparato, por medio del cual se transmite la información del consumidor al productor y de éste al consumidor. No se formula ningún juicio sobre esta maquinaria...”
Sin embargo, la sanción moral del sistema depende profundamente de la fuente de la instrucción. Ésta proviene del individuo. De este modo el sistema económico coloca al individuo -al consumidor- al mando definitivo de sí mismo.
Esta teoría económica está relacionada con una teoría política que coloca al ciudadano, como elector, en una posición definitiva de autoridad sobre la producción de bienes públicos.
Estas teorías, económica y política, son fundamentales para formarse una imagen más amplia de una sociedad democrática (o al menos no autoritaria) que esté completamente subordinada al poder definitivo del individuo.
Como el individuo lo rige, no puede estar en conflicto con el sistema económico o político. No puede hallarse en oposición con lo que gobierna él mismo."[2]
2. JUICIOS DE LOS CIENTÍFICOS NO ECONOMISTAS, ANTE LOS ENFOQUES DE LOS ECONOMISTAS CONVENCIONALES
La impresión que pudimos perfilar después de analizar multitud de informes, libros y artículos sobre la intersección entre ecología y crecimiento económico, es que el economista típico está desbordado por las afirmaciones y requerimientos de los científicos naturales ante los problemas que aquejan a los recursos naturales y al medio ambiente.
En el extremo, hay jueces muy severos: Ignacy SACHS escribe: "En... opinión de [CODDINGTON] el cuerpo básico del pensamiento económico está mal preparado para adaptarse al punto de vista ecológico y por consiguiente, 'puede argumentarse que el mayor servicio que los economistas pueden ofrecer a la posteridad es el de permanecer en silencio’."[3]
Al respecto, las respuestas típicas de los economistas han sido variadas:
A) ignorar la cuestión;
B) intentar la aplicación de las herramientas metodológicas ortodoxas al nuevo problema planteado desde el exterior de la profesión, o bien:
C) afirmar que la solución a esta clase de problemas no tiene ni raíces ni enfoques meramente económicos y desborda los planteamientos de cantidades, costes y beneficios, por lo que la solución ha de ser política, al pasar a primer plano cuestiones de tipo ético y moral.
El malogrado filósofo francés Cornelius CASTORIADIS expresó muy bien la impotencia de la economía ante estos problemas: "Cuando destruimos el ecosistema ¿qué hacemos? Destruimos la organización del ecosistema. ¿Pero qué es esta organización, como cuantificarla? ¿Cómo poner un precio a esta destrucción de una organización sobre la que, por otra parte, no sabemos casi nada?"[4]
Pocos economistas de prestigio han asociado hasta ahora su nombre a doctrinas conservacionistas con referencia al medio ambiente, los recursos naturales no renovables y en general, con una perspectiva de preocupación real por el futuro de la humanidad.
Si se llega a demostrar que se pueden adoptar instrumentalmente mecanismos y criterios económicos eficaces para evitar la destrucción del medio, es de desear que nuestra profesión pase entonces a desempeñar un papel más activo en el seno de un ámbito que ya es ahora completamente estratégico.
La "corriente central" de la economía no puede -mejor dicho, no debe- quedar al margen del estudio y de la aportación de soluciones al gran problema que tiene planteado la Humanidad. Pero en este caso debe adaptar, con gran humildad, una serie de cambios fundamentales, empezando por su propia filosofía de la racionalidad económica.
Por supuesto, ante problemas tan graves la economía no debería ser una excepción con respecto a las demás ciencias sociales.
Primero está la realidad que va cambiando; y luego, si hay rigor y suerte, la teoría social va detrás de la realidad para analizarla, etiquetarla e intentar la explicación de su comportamiento y de las causas de éste y de sus cambios, sea la finalidad perseguida bien aplicada, bien teorética.
La consecuencia final, siguiendo tal razonamiento, es: si la ciencia económica es un reflejo de las actuaciones reales de los que deciden y de los que operan, cámbiense el sentido de las actuaciones reales y cambiarán la filosofía, el enfoque y los métodos de la economía.
En tal caso el problema torna a situarse en su posición anterior; vuelve a ser un problema moral y político, no de racionalidad económica estricta.
Pero esta constatación no obsta para pedir que los cultivadores de las ciencias sociales, y en especial de las ciencias económicas, tengan un grado más elevado de iniciativa, creatividad y empuje para colaborar en la solución de los problemas de la degradación del medio y del agotamiento de los recursos naturales.
3. EL PRINCIPIO DE LA MANO INVISIBLE, VS. EL PRINCIPIO DE LA CUERDA INVISIBLE
El principio de la "mano invisible" de Adam SMITH propugnó que el sujeto, al actuar en el mercado en forma egoísta, en realidad está colaborando en el logro del bienestar social.
Al principio de Adam SMITH, que todavía forma parte del cuerpo normativo de la mayoría de economistas, cabría oponer en la actualidad el principio de la "cuerda invisible", por el que cada individuo ocasiona actos de producción y consumo marginalmente crecientes.
Por separado cada uno de estos actos económicos no tiene apenas importancia, pero el sujeto subvalora o ignora que la agregación de todos estos actos, considerados a nivel colectivo, provoca una sinergia degradatoria del medio, al sumarse el inofensivo comportamiento individual de cada uno con conductas similares y simultáneas de otros muchos millones de individuos.
De los resultados de tipo global que se generan, nadie se siente responsable, puesto que poca gente se autoinculpa por el hecho de mantener un comportamiento similar al del resto del género humano. 

Esta sensación gregaria, proporciona más bien una percepción de seguridad, en el sentido de que cada uno está haciendo "lo debido".
Pero este comportamiento colectivo puede ser el detonante definitivo del agotamiento de los recursos no renovables y de la creciente contaminación y degradación del medio.
En el principio de "la cuerda invisible", tal como sucede en el dilema del prisionero (muy popular en el contexto de las teorías de la "elección racional"), el egoísmo individual no lleva a la felicidad, al revés que en el principio de "la mano invisible"[5] de A. SMITH, siempre que por felicidad se entienda un estado mental de satisfacción por colaborar en la mejora del mundo... y no la destrucción de éste a partir de la obtención de pequeños y saturables placeres inmediatos.
Si existiera consciencia individual de la degradación que cada sujeto provoca en el medio, entonces deberemos basar la interpretación de los hechos en la teoría de la negociación.
4. ECOLOGÍA Y LA NEGOCIACIÓN HUMANIDAD/NATURALEZA
Casi todos los expertos en negociación exponen que las dos partes opuestas en un asunto de contratación empresarial, demoran las concesiones a otorgar a la otra parte, hasta el momento más tardío en el que pueden producirse propuestas y contrapropuestas negociadoras, que por esta razón van a sucederse al final del proceso y en un lapso muy corto de tiempo.
Cada negociador supone que el contrario cederá en el último momento. Esto es así, cuando cada una de las partes que interviene en la negociación -o entre dos o más partes, aquélla que tiene más poder marginal- supone que la otra parte está atosigada por la carencia del recurso escaso llamado "tiempo disponible".
Los responsables políticos mundiales han ajustado su conducta negociadora mutua de manera no colaboradora y además actúan como si la Naturaleza fuese, en la sombra, la parte negociadora contraria, a la que se puede presionar llevando al límite del plazo temporal las sucesivas tentativas de cierre de la operación.
El problema es que los plazos límite para la "negociación ecológica" son desconocidos.
Por tanto, la cuestión debe enfocarse de otra forma: Los agentes económicos negocian mediante un juego de suma cero (THUROW[6]) entre ellos mismos.
En la teoría económica puede imaginarse que existen juegos de "suma cero". Pero en la realidad, no se traslada al contrincante directo una parte de las pérdidas en el juego; dicha parte de las pérdidas se traslada a la naturaleza y por tanto a terceros que viven en el presente y/o que lo harán en el futuro.
Con técnicas de negociación que son distributivas (egoístas) -y que por lo tanto no son integrativas[7] al no haber un espíritu colaborador cuando se relacionan los sujetos entre sí y entre ellos y el medio- se procura demorar al máximo la toma de decisiones sobre energía y medio ambiente, decisiones que, sobre la base de que el abordaje de las correcciones necesarias “hoy es más caro que ayer, pero menos que mañana” presentan las siguientes características:
a) Generarían una gran cantidad de costes monetarios en el presente. Costes que sufrirían los presupuestos públicos actuales que... son decididos por políticos que desean ser reelegidos.
b) Trasladarían la mejora de competitividad hacia el [país] que no tomara estas decisiones y se atuviese aún a estrictos criterios del mercado privado; por tanto, investidos con la racionalidad económica del corto plazo, los sujetos económicos y con ellos los Gobiernos.
c) Demorarían la toma de decisiones al mañana, desconociendo con esta conducta si la probabilidad de la existencia de irreversibilidades ecológicas -es decir, el sorpasso del punto límite de no retorno (PNR)- es ya demasiado tangible para ser ignorada.

5. CONCLUSIONES (INTRODUCIDAS EN 2014)

I. Si los representantes académicos y profesionales de la economía desean no perder relevancia ante la solución de estos problemas -que son cada vez más serios- deberán aportar soluciones redistributivas de tipo fiscal, al estilo de nuestra propuesta formulada en la entrada 017. de este blog.

II. Las soluciones vía contingentación de la contaminación admisible de los niveles de contaminación, pertenecen al campo material o físico: no al campo económico. Son las medidas que intenta implantar la ONU por medio de acuerdos como el protocolo de Kyoto. 

III. Los únicos campos que en esta nueva realidad le quedan a la economía son: 

i) la definición de un sistema de cotización bursátil de los derechos de contaminación sobrantes; y otro campo, también de tipo subordinado: 

ii) la valoración económica de diferentes alternativas técnicas igualmente eficientes, para solucionar problemas ambientales concretos, a efectos de la selección de la más barata.

IV. No es corporativismo, pero... como economista me sabría muy mal que nuestra profesión quedara relegada al poco agradecido papel de "especialistas secundarios" en este campo; no obstante... tal vez es el futuro que nos espera, si no sabemos presentar desde el campo económico soluciones que sean justas y atractivas para la sociedad; y/o si no logramos convencer a los políticos para que las implanten.

V. Contra más tiempo pase, peor y más desagradecido será nuestro papel, si hay que proponer medidas fiscales muy duras que acerquen el precio de venta de los diversos vectores finales de energía hacia el respectivo coste de reposición de dichas energías, incluyendo en la fijación de costes y precios, masivas dotaciones fiscales para la restauración de un medio ambiente cada vez más deteriorado y para la puesta en marcha enérgica de energías alternativas. Contra más tardemos, peor se solucionará el problema y más cara será la factura.




NOTAS:

[1] Puede verse una descripción valorativamente aprobatoria de dichas teorías en: LEPAGE, H.: Mañana, el capitalismo. Alianza Ed. Madrid. 1ª Ed. 1.979. Cap I.

Aportamos dos frases de Henri LEPAGE: "...todas las críticas habituales referentes al "reduccionismo" del análisis económico sólo tienen un interés limitado, en la medida en que uno de los progresos de la teoría es precisamente el de demostrar que ésta ya es capaz de tener en cuenta fenómenos aparentemente extrarracionales, como son la necesidad de solidaridad, la inclinación por el altruismo, o la filantropía por un lado, y por otro el incluir en sus modelos, elementos de evolución considerados como extraeconómicos (por ejemplo, el problema de la interdependencia entre las necesidades y las preferencias)." (Op. cit., pg. 39). La itálica es de LEPAGE.

LEPAGE se adhiere al enfoque positivista friedmaniano para justificar el "imperialismo" de la "nueva" ciencia económica: "Para el economista, reducir el individuo a su única dimensión "económica" es con seguridad irreal (en el sentido habitual del término). Pero, de acuerdo con el análisis positivista común a todas las ciencias experimentales (incluso físicas), el valor de un instrumento científico no se mide por el grado de realismo de sus hipótesis. Lo que importa es la relación entre la simplicidad de las hipótesis y su eficacia." [sic]. "Querer acercarse a la realidad es, seguramente, una preocupación deseable; pero el realismo de las hipótesis tiene por contrapartida un crecimiento de la complejidad que perjudica su eficacia operativa." (Op. cit., pg. 43). Las comillas intermedias son de LEPAGE.

[2] GALBRAITH, J.K.: La economía y el objetivo público. Plaza y Janés, Editores. Esplugues de Llobregat. 1ª Ed. 1.975. Pg. 28.

[3] SACHS, I.: Enfoques de la política del medio ambiente. En: GALLEGO GREDILLA, J. A. (INTR. y SELECC): Economía del medio ambiente. Instituto de Estudios Fiscales. Madrid. 1ª Ed. 1.974. Pg. 75-76. La negrita es nuestra.

[4] ATTALI, J., MASSÉ, P., ET ALIA: El mito del desarrollo (Respuesta de C. CASTORIADIS a P. MASSÉ). Ed. Kairós. Barcelona. 1ª Ed. 1.980. Pg. 62. La negrita es nuestra.

[5] La comparación entre el dilema del prisionero y el principio de A. SMITH, se debe a Juan MARTINEZ ALIER: Ecologisme i economia. História d'unes relacions amagades. Prepublicación. Universidad Autónoma de Barcelona. 1.983. Pg. 4.

El "dilema del prisionero" lo adapta así MARTINEZ ALIER al campo ecológico: "Supongamos dos países que pescan en la misma zona; si uno de ellos, evitando agotar la pesca, restringe la cantidad pescada, posiblemente no se beneficiará en absoluto porque el otro pescará más; si los dos pescan mucho, posiblemente se acabarán los peces; si se pueden poner de acuerdo, los dos pueden ganar." (op. cit., pg. 3.) Por supuesto, el principio de "la cuerda invisible" equivale a dar por supuesto que los dos países pescan lo máximo posible; esto equivale en el dilema del prisionero a suponer que los dos criminales se acusarán mutuamente.

[6] THUROW, L.C.: La sociedad de suma cero. Ed. Orbis. Barcelona. 1.984. Pg. 15 y ss.

[7] CASADO, D., y PEREZ YRUELA, M.: Organización, conflicto y estrategias de negociación. Ed. Marova. Madrid. 1ª Ed. 1.975. Pg. 72-76.




viernes, 8 de agosto de 2014

023 * "Análisis y valoración de la depreciación del inmovilizado material" (presentación). 2003

Joaquim-Andreu Monzón Graupera


Universitat de Barcelona


La presentación de una selección de los aspectos más importantes del trabajo numerado como entrada 022. en este blog, se elaboró en formato PowerPoint.
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Dicha presentación se aporta en formato .pdf y puede consultarse clicando el link que sigue:

022 * "Análisis, valoración y contabilidad de la depreciación regular del inmovilizado material". 2003

Joaquim-Andreu Monzón Graupera

Universitat de Barcelona

El documento que se presenta en esta entrada se redactó en 2003. Por tanto, la parte contable no está actualizada de acuerdo con el PGC 2007, pero sí se tuvieron en cuenta las NIC correspondientes, vigentes en 2003.

Entiendo que todavía puede ser de utilidad la lectura de la parte más económica y conceptual del trabajo. 

El índice es bastante largo, y puede consultarse al principio del documento. Un esquema simple de aquél, atiende a su título:

Parte I:   Análisis.

Parte II:  Valoración.

Parte III: Contabilidad.

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Este trabajo puede consultarse clicando el siguiente link:




021 * "Energía y medio ambiente: apuntes de filosofía del comportamiento humano". 1992

Joaquím-Andreu Monzón Graupera [1]

Universitat de Barcelona

Este escrito formó parte de las conclusiones de nuestra tesis doctoral: “Una revisión crítica de los factores condicionantes del comportamiento energético empresarial, previo y posterior a las crisis de 1973 y 1979-80”, U.B., 1992. Solamente se han reordenado algunos párrafos y realizado algunas correcciones de estilo. 

El fondo es absolutamente el mismo, pues el problema entiendo que persiste... y notablemente agravado. 

Puede consultarse la tesis completa aquí:  

021.   http://bit.ly/2nQKc41
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1. RASGOS DE LA CONDUCTA SOCIAL Y ECONÓMICA MODERNA
Las raíces últimas de tipo común que se pueden observar en los análisis de las escuelas de la economía clásica, marxista y neoclásica, son:
a) el antropomorfismo;
b) el productivismo judeo-cristiano-marxista; y
c) el evolucionismo socialdarwinista hacia el progreso.
Por medio del antropomorfismo, el hombre se siente el centro del mundo y no una especie más, integrada en los circuitos ecológicos.
Mediante el productivismo, tiende al crecimiento económico continuo y a la acumulación, en contraposición a los principios humanos de las sociedades preneolíticas. Esta actitud productivista puede estar guiada por el principio de supervivencia, en etapas tempranas de riqueza, y por el principio de acumulación adquisitiva, en etapas maduras.
A través del socialdarwinismo evolucionista, el hombre se siente trascendente puesto que supone que gobierna un proceso de mejora continua que conduce al progreso. Más que un principio filosófico de trascendencia práctica como es el productivismo, el socialdarwinismo puede conceptuarse como principio filosófico especulativo que guía inconsciente e instintivamente la acción humana moderna.
El socialdarwinismo evolucionista apareja, como subprincipio subordinado, el optimismo tecnológico de corte hegeliano[2] que proporciona la base para suponer que cualquier problema futuro de la humanidad podrá ser resuelto a tiempo por la infalible y omnipotente tecnología.
2. TENDENCIAS ANTAGÓNICAS O CRÍTICAS
En oposición a los anteriores principios podría estar la filosofía deísta de "la cosmovisión panteísta"[3], que acepta al hombre como una especie más de la naturaleza, en igualdad con las demás. No pretende vencer a la Naturaleza sino interrelacionarse armónicamente con ella; no pretende someter a las demás especies, sino buscar un equilibrio conjunto.
Actualmente los representantes más significativos de esta filosofía -a pesar de su alejamiento mutuo en contexto y entorno- son los filósofos hindús por una parte y los ecólogos y demás científicos naturales comprometidos con el medio ambiente por otra, aunque éste último grupo, solamente desde un punto de vista especulativo y teórico más que práctico, si están más o menos integrados en la sociedad de la cual son implacables críticos.
Difícilmente se encuentran representantes de esta tendencia crítica entre los científicos sociales, y todavía en menor proporción entre los profesionales relacionados de manera más directa con el mundo económico real, tales como los economistas y los abogados, que tienden a aceptar de manera más natural el individualismo metodológico.
3. POSIBLES CAUSAS DE LA CONDUCTA ECONÓMICA Y SOCIAL ACTUAL
Según el historiador A. J. TOYNBEE, "...el hábitat del hombre, al que THEILLARD de CHARDIN llamó biosfera, no es más que una delgada envoltura de aire, suelo y agua en torno a la superficie de este planeta... Es estrictamente limitado. Su contenido, asimismo, es limitado. Por esta razón es imposible el crecimiento perpetuo, infinito, de la raza humana... Todas las criaturas humanas son voraces, pero la minoría occidental ha sacrificado la voracidad y hecho de ella una finalidad deliberada”.
 “Esto comenzó con el descubrimiento de las Américas, que dio a los pueblos occidentales una falsa impresión: la impresión de un espacio y una riqueza infinitos a disposición del hombre de Occidente. Después, a fines del siglo XVIII, la mecanización de la industria, gracias al aprovechamiento de la fuerza de vapor, de nuevo dio la impresión de que se había abierto ante nosotros una fuente infinita de producción. ...ahora nos hemos dado cuenta de que la biosfera es finita.” ...
“Mientras tanto, la mayoría no occidental del género humano ha estado envidiando a Occidente y tratando de imitarlo. Va a ser muy difícil persuadir a este sector de la humanidad de cesar en su esfuerzo por el desarrollo, sobre todo porque son precisamente estos pueblos tan pobres y técnicamente atrasados los que crecen con mayor rapidez y los que con mayor fuerza se sienten empujados a aumentar su producción."[4]

4. CONSECUENCIAS DE LA CONDUCTA ECONÓMICA Y SOCIAL ACTUAL
Al inventor de la Cibernética, Norbert WIENER, que firmó con el futurólogo optimista Hermann KAHN la obra de prospectiva social: "Hacia el año 2.000", se le atribuye una frase muy lúcida: "Hemos modificado tan radicalmente nuestro entorno que ahora debemos modificarnos a nosotros mismos para poder existir dentro de este nuevo entorno."[5]
La capacidad social y moral de la sociedad está quedando desbordada por la imposibilidad de asimilar las consecuencias del cambio tecnológico. Por ello el sistema de valores de la población está más orientado al corto plazo y al beneficio personal, que a problemas de planteamiento a largo plazo.
Robert HEILBRONER detecta[6] que "el desequilibrio ecológico es sólo un reflejo de un desequilibrio más profundo todavía: entre las capacidades técnicas y científicas de la sociedad y la capacidad social para autogobernarse". Atribuye este desequilibrio a que, mientras el acervo tecnológico es acumulativo, cada generación parte de cero en el aspecto social y político.
En un sentido similar, H. ROTHMAN indica:[7] "Si bien nuestras técnicas han avanzado en poder, han aumentado nuestra capacidad para producir efectos indeseables. Además, no ha tenido lugar el avance social necesario para controlar las nuevas técnicas."
SAUVY expone descarnadamente las reglas extremas de comportamiento humano con relación al futuro de la Humanidad "¿Reglas? Ninguna. Algunos esperan no vivir hasta el diluvio; otros se sienten solidarios con sus descendientes como si estuvieran sentados alrededor de una misma mesa."[8]
Si se reflexiona sobre el asunto puede concluirse que no hay ninguna civilización, excepto la occidental actual, que haya sobrevivido a sus grandes errores. Por ejemplo, se ha sabido que los mayas se extinguieron así: Al crecer la población, talaron busques en circunferencias cada vez mayores alrededor de sus ciudades. Esta desertificación ahuyentó las nubes y el agua y su civilización murió.

5. POSIBLES ALTERNATIVAS DE ENFOQUE DEL PROBLEMA
T. STACEY[9], presentador del pionero manifiesto ecológico inglés de 1.972 A Blueprint for survival, indicó que las actitudes ante la crisis ecológica podían ser de cuatro tipos:
a) Incredulidad;
b) ya se arreglarán los que vengan detrás;
c) ya inventarán algo los tecnólogos; y
d) enfrentarse a los hechos.
Para salvar un problema social grave, se requieren sólo dos cualidades:
1. Percibir claramente la situación grave y sus causas; y
2. Tener voluntad colectiva sincera de poner remedio.
Ninguna de las civilizaciones anteriores ya extinguidas, tuvo capacidad para analizar lo que le estaba sucediendo y por qué le sucedía. Por tanto, no tuvieron ocasión de probar remedios sobre las causas de unos problemas que no eran capaces de detectar.
Por el contrario entendemos que la civilización occidental es la primera que tiene capacidad de diagnóstico: Posee información y, cuando menos, se enorgullece de usar principios racionalistas de decisión.
Por tanto, si nuestra civilización no sabe detenerse a tiempo -esta es una de las cuestiones que precisamente desconoce: detenerse a tiempo, por lánguida desidia, o –en el mejor de los casos- porque no tiene información de la tolerancia real de la ecosfera ante las agresiones de la tecnosfera: lo que resulta claro, es que tampoco alberga demasiada voluntad para averiguarlo- pero al menos habrá avanzado un grado: el de tener la posibilidad de preocuparse y valorar la información disponible.
Se dice que el hombre es miembro de la única especie que tropieza dos veces en la misma piedra.
La piedra habrá estado en el segundo escalón (no haber tenido los seres humanos voluntad de acción) y no en el primero (no tener información; o al menos, no percibir los tremendos riesgos que nos rodean).
Como expresa el economista inglés E.J. MISHAN: "Sigo mi camino, deseando lo mejor y aguardando lo peor."[10]



[1] Este escrito formó parte de las conclusiones de nuestra tesis doctoral: “Una revisión crítica de los factores condicionantes del comportamiento energético empresarial, previo y posterior a las crisis de 1973 y 1979-80”, U.B., 1992. Solamente se han reordenado algunos párrafos y realizado algunas correcciones de estilo. El fondo es absolutamente el mismo, pues el problema entiendo que persiste... y agravado. Puede consultarse la tesis completa en: http://www.tdx.cat/handle/10803/1487
[2]GÁMIR, L.: La crisis y la política microeconómica. En: Revista "Información Comercial 2. Española". Nº 558. Febrero 1.980. Pg. 21.
[3]GALLEGO GREDILLA, J. A.: Economía del medio ambiente. Instituto de Estudios Fiscales. Madrid. 1ª Ed. 1.974. Pg. 19-20.
[4]TOYNBEE, A. J.: Declaraciones a OLTMANS, W. L. (COMPILADOR): Debate sobre el crecimiento. Fondo de Cultura Económica. México. 1ª Ed. 1.975. Pg. 40-41.
[5]Cita de Norbert WIENER, aparecida en la revista "Muy Interesante". Nº 4. Septiembre de 1.981.
[6]HEILBRONER, R. L.: Entre capitalismo y socialismo. Ensayos sobre economía política. Alianza Editorial. Madrid. 1ª Ed. 1.972, pg. 101. La negrita es nuestra. Heilbroner fue un brillante y riguroso profesor universitario, divulgador literario de la economía, de intereses muy transversales al final de su vida y uno de los discípulos más preclaros de Joseph. A. SCHUMPETER.
[7]ROTHMAN, H.: La barbarie ecológica: estudio sobre la polución en la sociedad industrial. Ed. Fontamara, Barcelona. 1ª ed. 1980, pg. 36.
[8]SAUVY, A.: La naturaleza social. Taurus Ediciones. Madrid, 1962. pg. 14.
[9]STACEY, T.: Presentación. En: Manifiesto por la supervivencia. Alianza Editorial. Madrid. 1ª Ed. 1.972, pg. 9.
[10]MISHAN, E.J.: Declaraciones a OLTMANS, W. L. (COMPILADOR): Op. cit., pg. 249.